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Anita sirgo y vicente gutiérrez «solis» | esposa de minero y minero jubilado

«Quieren dejarnos sin la minería, que es nuestra forma de vida»

Anita Sirgo, de 82 años, y Vicente Gutiérrez, Solis, de 79 años, estuvieron en Bilbo y Gasteiz con ocasión del 50 aniversario de las huelgas mineras contra el franquismo. Ambos recordaron las similitudes con las protestas actuales y sostienen que «antes se luchó contra la dictadura de Franco y, en este momento, luchamos contra la dictadura de los mercados, del Banco Central Europeo y de los poderosos».

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Juanjo BASTERRA |

Ahaztuak 1936-1977 organizó este acto de memoria coincidiendo con la huelga de los mineros, dado que entre abril y junio, se conmemora el «50 aniversario de las huelgas mineras contra el franquismo en 1962». Al Hika Ateneo de Bilbo, y a la Asociación Tres de Marzo de Gasteiz acudieron Anita Sirgo, esposa de minero y una de las luchadoras hace 50 años, y Vicente Gutiérrez, Solis. Son de Sama de Langreo. Alfonso Sastre renovó por medio de una carta, ya que no pudo desplazarse, el apoyo que ofreció hace 50 años a aquella lucha, junto a Eva Forest y otros intelectuales, y Periko Solabarria recordó la lucha de los mineros en Bizkaia.

Anita Sirgo rememoró el papel «esencial» de las mujeres de los mineros en la lucha «hace 50 años y hoy, sin duda» y señaló que «ante tantas agresiones que se están produciendo en este momento, tenemos que volver a empezar».

¿Cómo se vuelve a empezar después de 50 años y ver que se cuestiona de nuevo el futuro de la minería?

ANITA SIRGO: Tenemos que volver a empezar a organizarnos. Para ello son necesarios tres ejes: organización, unidad y creer por lo que estás luchando. Estamos empezando, pero cada granito de arena es muy importante. Porque, si no lo hacemos, todo lo que hemos conseguido hasta este momento lo vamos a perder.

¿Qué plantean en sus conferencias en Euskal Herria?

VICENTE GUTIÉRREZ: Tenemos que reconocer que es una satisfacción explicar nuestra experiencia gracias al ofrecimiento de Ahaztuak. Nos trae aquí la idea de plantear un tema que nos parece importante: recordar y mantener la memoria histórica. Desgraciadamente hay gente interesada en enterrarla y que no se hable del pasado. Es necesario conocer el pasado para construir el presente y, sobre todo, el futuro. Desgraciadamente venimos con cierta preocupación por los hechos que 50 años después se vuelven a reproducir. La situación no es la misma, pero los problemas son los mismos. Los valores por los que luchamos y sacrificamos se ven ahora disminuidos.

¿A qué se refiere?

V.G.: Recordamos que estábamos luchando contra la dictadura, por las libertades democráticas, por unos partidos y sindicatos, por una sociedad libre. Hoy es la lucha contra la dictadura de los mercados, de los de siempre, los banqueros, el Banco Central Europeo, en definitiva, los poderosos, y contra alguien que nos está acogotando como es la alemana Angela Merkel. Venimos a ver si de alguna manera podemos contribuir a que la gente tome un poco de conciencia y a recordar que no estábamos muy fuera de onda, que es conveniente traer al presente la memoria histórica de aquel movimiento obrero de Asturias y, sobre todo, de su vanguardia, como fueron los mineros. Porque hay interés en romper aquel espíritu de lo que representaron las huelgas mineras de 1962.

¿Sigue siendo necesaria la solidaridad entre el movimiento obrero, los intelectuales, la sociedad en general...?

V.G.: Sería conveniente explicar a la gente que tome conciencia, porque, hoy como ayer, necesitamos la solidaridad de los movimientos sociales, sindicales y políticos. En 1962 tuvimos la ayuda, el respaldo y la comprensión de los trabajadores de la siderurgia vasca, que en aquel momento fueron los primeros que se solidarizaron y nos arroparon. Hoy venimos a explicar que, igual que en aquella huelga, también necesitamos apoyo.

No es casualidad que el 4 de mayo de 1962 el régimen franquista declarara el Estado de excepción porque la huelga cobró relevancia. Nos prohibió reunirnos a más de tres personas en la calle. Te podían detener y se permitían las torturas en las comisarías y cuarteles. El Estado de excepción se declaró en Asturias y en el País Vasco.

Hoy, igual que ayer, la explotación laboral se mantiene ¿dónde están las diferencias?

A. S.: Cambió el régimen. Dimos un paso con la libertades democráticas. Todos los beneficios que hemos logrado fueron a través de la lucha, del esfuerzo y del permanente estar exigiendo. Esos beneficios sociales y laborales, hoy nos los están recortando. El tema del bienestar social, la privatización los servicios públicos. Tratan de favorecer al capital y recortar servicios a los trabajadores y a la ciudadanía. Así pasó antes y por ese camino vamos ahora.

¿Qué papel jugaron las mujeres en aquella resistencia minera? ¿Qué similitud tienen con la actual lucha?

A.S.: Las mujeres jugamos un papel muy importante en 1962 y mucho antes, porque estábamos organizadas en la clandestinidad. Estábamos en la Dictadura con todo vetado y éramos medios de comunicación, de reparto de octavillas, de materiales y de alteración del régimen fascista. Cuando en 1962 se inicia la huelga, al de un mes, las mujeres vimos que se iba a reventar la huelga y decidimos actuar contra los esquiroles. No podíamos consentir que nuestros maridos fuesen para casa sin conseguir nada. Nos reunimos y decidimos ir a por los esquiroles. Fuimos puerta por puerta de las mujeres para que nos acompañaran. Así lo logramos. Hicimos mucha fuerza.

La solidaridad fue imprescindible ¿También lo es hoy?

A.S.: Había mucha solidaridad. Se estaba pasando mucho hambre, los comercios nos fiaban. Nuestros maridos trabajaban por poco dinero. Nos unimos. Por eso, sumamos a los esquiroles, conseguimos que las mujeres salieran con nosotras. Íbamos pacíficamente y, cuando llegaron los esquiroles, les echamos maíz. Era una manera de llamarles gallinas. La verdad es que estábamos dispuestas a todo. Nos conocíamos todos en el pueblo. Al ver el maíz dieron la vuelta y según daban la vuelta, también lo hacían los demás esquiroles que se encontraban por el camino. Fue un éxito rotundo. Hicimos que la gente se movilizara a favor de los mineros. El papel de las mujeres fue muy importante. Mujeres que luchamos por la libertades, por las mejoras en las condiciones de trabajo. Mi esposo trabajó en el Pozo de Fondón.

Usted, ¿dónde trabajó?

V. G.: Trabajé en Carbonos de La Nueva. El marido de Anita y yo caímos juntos en una redada en 1960. No estábamos trabajando. Su marido estaba en la cárcel, y yo había salido poco antes. Participamos para que la huelga se extendiese, porque se había declarado en la Cuenca del Caudal de Mieres y queríamos que pasara a la Cuenca de Nalón, donde vivíamos, en Sama de Langreo. Lo conseguimos.

¿Qué consiguieron en 1962?

A.S.: Lo primero, peleamos por la libertad que no teníamos. Tenga en cuenta que los mineros trabajaban en condiciones pésimas. Donde estaba mi marido no tenía ni cristales en las ventanas, ni agua caliente, ni calefacción. Se ponían la ropa seca el lunes, pero de martes a sábado la ropa estaba negra y húmeda. La gente estaba silicosa perdida. Tras la huelga, hubo muchas mejoras: desde jabón, cristales, ropa limpia... Trabajaban 8 horas, de lunes a sábado, y lograron 75 pesetas por tonelada. Estos días que la lucha se reproduce allí donde hay minas, veo a las mujeres en la pelea. Igual que en 1962, todo esto que vemos de la lucha minera, las manifestaciones, los cortes, las mujeres al frente, es lo que hacíamos antes. Todo lo que habíamos ganado, lo estamos perdiendo. Tenemos que organizarnos para seguir luchando para conseguir que no nos quiten lo que habíamos conseguido con tanto sudor, lágrimas y sangre. La democracia no nos la regaló nadie.

Dice que tenemos democracia, pero insiste en que van a quitarnos los derechos laborales y sociales logrados.

A. S.: Sí, así es.

V. G.: Hay una similitud. Hoy [por antes de ayer] dos autocares se trasladaron llenos de mujeres desde Asturias al Senado español. Están en la lucha, como lo hacían antes. La verdad es que liaron una buena dentro y fuera del Senado.

¿Han pasado 50 años y estamos igual?

V.G.: Igual. Volvemos a retroceder a aquellos tiempos. Por eso pienso lo que nos estamos jugando el ser o no ser de la minería, de las cuencas, el porvenir de la juventud que no encuentra trabajo. Se hizo una reconversión, pero no respondió a las necesidades para crear otro modelo empresarial diversificado.

¿Han provocado una excesiva dependencia de las ayudas?

V.G.: Sí, claro. Pero fíjese lo que se hizo en 1962. Hubo otro cierre de pozos en los 80, con Felipe González. Nos decía que la minería no llegaría al año 2000. En 1991, trataron de hacerlo, pero no fueron capaces. Vamos a estar permanentemente luchando y peleando para que se mantenga ese medio de vida como es el carbón. Tratan de que las minas se inunden, para después decirnos que se necesita una inversión tremenda para ponerlas en marcha. Si los árabes cierran grifo del gas y el petróleo, ¿de dónde vendrá toda energía necesaria?

¿Qué piden los mineros ahora?

V. G.: Que se cumplan los acuerdos firmados con el Gobierno español. Necesitamos una subvención de 260 millones, como estaba pactado. Pero en ese afán de recortes han reducido en un 64% del convenio que tenían establecido. Piden que se cumpla lo firmado. Porque están en juego 7.000 y 8.000 mineros, puestos directos.

 

 

dictadura

«Luchamos contra la dictadura en las huelgas de 1962 entre abril y junio, y luego en agosto. Ahora luchamos contra la dictadura de los mercados, de los poderosos, del Banco Central Europeo y de la Angela Merkel que nos acogota»

represalia

«No es por casualidad que el 4 de mayo de 1962 el régimen franquista declarase el estado de excepción en Asturias y en el País Vasco, donde la solidaridad de los trabajadores de la siderurgia se extendió a los mineros»

MAÍZ

«La huelga era un éxito, pero ante tanta hambre y miseria hubo esquiroles. Las mujeres nos unimos y les echamos maíz para decirles que eran unos gallinas. Eso hizo dar la vuelta y la huelga duró más de dos meses»

ACUERDOS

«Los mineros en estos momentos piden que se cumplan los acuerdos pactados. la diferencia son 264 millones, porque el Gobierno del PP ha provocado un recorte del 64%.»

«Hay que alimentar la solidaridad entre todos»

 

¿Cómo se transmitía esa solidaridad?

A.S.: Ante esa situación, con nuestros maridos deportados a otras zonas, que era lo que hacía Franco a menudo, las mujeres decidimos protestar en la Catedral de Oviedo. Un grupo de 40 entramos de dos en dos y nos colocamos unos carteles por delante y por detrás pidiendo libertad para todos los presos y deportados, todos ellos por hacer frente a los empresarios y al régimen. Estuvimos ocho días en la catedral, durmiendo en bancos y en las pilas. En la calle otras mujeres pidieron lo mismo. La solidaridad llegó a ser tanta que dentro acumulamos mucha comida. Yo comí allí mejor que en casa. Salimos cuando la protesta tomó un carácter internacional. Los alimentos los entregamos a Cáritas para que los distribuyera entre la población necesitada. Logramos que los curas empezasen a mojarse algo a favor de la lucha obrera.

¿Qué pedirían ahora a la sociedad en general?

V.G.: Modestamente, pedir a la gente de fuera de Asturias que estén con los mineros, con la clase obrera. Este pueblo vasco recibió carbón para su industria. Tenemos que mirar al futuro. Los jóvenes deben poner en valor la palabra rebelión, porque la realidad es que el Gobierno español persigue la desaparición total de la minería. Los obreros fueron y deben ser la vanguardia. J.B.

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