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Mikel INSAUSTI I Crítico cinematográfico

Oficio de tinieblas

La telebasura también aborda temas de alcance; claro que lo hace a su manera. El otro día, y en horario de sobremesa, se trató el problema de La Casa del Actor, un eterno proyecto que no solo no avanza, sino que parece definitivamente estancado con los recortes en Cultura. Llegada la edad de la jubilación, hay actores y actrices que no tienen un sitio para vivir en condiciones, sin que nadie les dé una solución, ni siquiera provisional o transitoria.

Además de mostrarse imágenes del esqueleto del edificio en construcción que permanece abandonado a su suerte, después de tantos años con las obras paradas, se ofrecieron entrevistas con veteranos intérpretes en una situación desesperada. Por respeto a ellos, ni voy a decir los nombres, ni entraré en más detalles. El morbo del triste binomio entre vejez y miseria vende de cara al telespectador cómodamente instalado en la butaca del salón de su casa.

Aunque no puedo escapar a ese perfil demográfico, si me gustaría al menos rescatar el debate que, inevitablemente, se produjo durante la emisión. Entre los intervinientes se encontraba el incombustible crítico cinematográfico Carlos Pulmares, cuyas palabras, por paradójico que pueda parecer, fueron las más duras hacia los actores que no cotizaron en vida, entre ellos Paco Rabal, que dejó a Asunción Balaguer con una mínima pensión de viudedad.

No está bien frivolizar con el oficio interpretativo, por mucho que haya quien alcanza la fama y la riqueza. El resto, que son la mayoría, están en un sinvivir esperando que suene el teléfono. Y los autógrafos no dan dinero, más bien molestias no deseadas y no buscadas.

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