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Los estados latinoamericanos no reconocen la presidencia de Franco

Buena parte de los países latinoamericanos anunciaron que no reconocerán como presidente de Paraguay a Federico Franco, que sustituyó a Fernando Lugo tras un juicio político desarrollado en apenas 30 horas y que consideran un golpe de Estado. Piden desde una acción colectiva internacional al cierre de fronteras. Solo Colombia, que legitimó el cambio, y Brasil, que guardó silencio, no expresaron su rechazo.

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Argentina, Ecuador, Bolivia, Cuba, República Dominicana y Venezuela advirtieron de que no reconocerán al nuevo jefe de Estado de Paraguay, Federico Franco, y, al igual que otros estados latinoamericanos, consideran la destitución del presidente Fernando Lugo, un golpe de Estado.

Lugo fue destituido como presidente el viernes a través del «juicio político», mecanismo que prevé la Constitución paraguaya en el que el Senado actúa como tribunal. Lugo acató la decisión pese a que, según dijo, la ley se había «torcido» y abandonó el Palacio Presidencial.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, fue el primero en anunciar que no aceptará otro presidente que no sea Lugo. Tras él, la argentina Cristina Fernández afirmó que no va a «convalidar el golpe»; el venezolano Hugo Chávez dijo que no reconoce «al írrito e ilegal» Gobierno de Franco, y el boliviano Evo Morales no acepta «un Gobierno que no surja de las urnas y del mandato del pueblo».

Costa Rica deploró un proceso con «visos de golpe de Estado» y ofreció asilo a Lugo y a sus colaboradores, mientras Perú lo definió como «golpe a la democracia». El presidente dominicano, Leonel Fernández, pidió que se convoque inmediatamente una reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos para «suspender al país de los organismos regionales» y planteó, además, «una acción colectiva de la comunidad internacional» para restituir a Lugo.

Lugo se defiende

En su primer discurso como jefe de Estado, Franco sostuvo que la «transición se realiza dentro del orden constitucional» y «de ninguna manera pone en riesgo la vigencia y principios democráticos universales». «Acá no hay golpe, no hay quiebre institucional», dijo Franco, aunque reconoció que «hay inconvenientes con la comunidad internacional» y pidió a los líderes de los países vecinos, en particular los socios del Mercosur, que acepten que hará «el mayor de los esfuerzos para que esto se normalice».

Rafael Correa consideró que la destitución de Lugo ha sido un «golpe ilegítimo» y la Unasur debe aplicar sus normas «contra actos ilegítimos», entre los que mencionó el cierre de fronteras. Añadió que solo reconocerá al gobierno paraguayo que resulte elegido en las urnas en 2013 en comicios «transparentes y democráticos».

Morales, por su parte, aseguró que detrás de la acción política se «mueve la mano de los neoliberales internos y externos» y señaló que es una «acción del imperialismo y la derecha» internacional». Para Chávez, se ha «defenestrado de manera totalmente ilegítima» a Lugo, al igual que se hizo con el entonces presidente de Honduras, Manuel Zelaya y trataron de hacer en Venezuela en 2001 y aseguró que «esto no termina allí».

Mandatarios de República Dominicana, El Salvador o Perú, entre otros, se sumaron al rechazo a la destitución de Lugo.

Brasil, por su parte, esperó a consultar con los socios de Unasur antes de manifestar su posición.

La única voz que legitimó el cambio fue la del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que lamentó cómo se llegó a la «remoción» de Lugo, pero afirmó que «formalmente no hubo rompimiento de la democracia al acatar las leyes del país».

El presidente del Parlamento Centroamericano, Manuel Pichardo, condenó la destitución de Lugo, y la definió como «un golpe de estado que violenta la voluntad popular», mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó su «profunda preocupación» por lo que considera «un juicio político altamente cuestionable».

Por su parte, Estados Unidos pidió a los paraguayos que «actúen de manera pacífica, con calma y responsabilidad».

El presidente que «dará bolilla» a los empresarios

Nacido en Asunción el 23 de julio de 1962, médico de profesión, Franco pertenece al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), principal apoyo de Lugo hasta el jueves, cuando anunció que se lo retiraba y posibilitó así el juicio político del mandatario. Antes de asumir la Presidencia fue concejal e intendente municipal de la ciudad de Fernando de la Mora y después gobernador del Departamento Central del país. En 2007 renunció como gobernador para preparar su candidatura junto a Lugo. Ambos llegaron al poder en 2008 gracias a una coalición conformada por varios partidos políticos, movimientos y sectores sociales, denominada Alianza Patriótica para el Cambio, de la que el PLRA era el mayor. Casi desde el primer día, Franco mostró sus discrepancias ideológicas con Lugo. A menudo cuestionó sus decisiones sobre la reforma agraria en Paraguay, donde casi un tercio de la tierra arable fue adjudicada irregularmente durante la dictadura de Alfredo Stroessner y en los años sucesivos. Además como vicepresidente y presidente del Senado ha bloqueado el ingreso de Venezuela al Mercosur. También se convirtió en receptor de las quejas de los empresarios a los que Lugo «no daba bolilla», como muy gráficamente describió el presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), Eduardo Felippo. «Yo creo que va a haber una reversión muy grande de toda la gente que fue ahuyentada en los últimos meses y años. Van a venir corriendo a este país», aseguró Felippo, que ayer acudió a la Presidencia con la primera delegación extranjera recibida por Franco, la del ministro alemán de Cooperación, Dirk Niebel. GARA

la ue, preocupada

La representante de la diplomacia europea, Catherine Ashton, dijo estar preocupada por la gestión del proceso de destitución del presidente de Paraguay, y pidió que se respete la voluntad democrática de los paraguayos.

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