Con la bajada de los tipos de interés a su mínimo histórico del 0,75%, el Banco Central Europeo «premia» tácitamente a los líderes europeos que en la última supercumbre habían hecho «progresos» hacia la estructuración de una unidad bancaria y el rescate a los bancos. Ganaron tiempo, pero los problemas fundamentales siguen sin resolverse. Y la bajada de los tipos de interés tampoco va a poner en marcha el estímulo y la recuperación de la alicaída economía europea. Bajar los tipos lo único que ha hecho ha sido disparar las especulaciones sobre cuál será el siguiente paso del BCE para contener la crisis. De momento, la intervención de Mario Draghi, dando a entender que la institución que preside no ha variado ni un ápice su voluntad de mantener un papel secundario, fue «saludada» con gran aspereza por los mercados. Los inversores se muestran insaciables y no parece que la rebaja, prevista y descontada desde hace tiempo, vaya a permitir que el crédito empiece a fluir entre las pequeñas empresas y las economías domésticas. Las entidades financieras no están en esa tesitura. El problema no es el tipo de interés, sino los destinatarios de los fondos.

Hace tiempo que las recetas de manual -y hacer cambios en el tipo de interés es la primera de ellas- no surten efecto. El problema es sistémico, de modelo, aunque en Europa aún no acaban de comprenderlo.