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Bermutean... Erruki Ezkurra

«Los camareros somos el sicólogo que cada uno no se puede pagar»

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Alberto PRADILLA | IRUÑEA

El tópico sanferminero dice que lo más importante para resistir al otro lado de la barra es dotarse de una paciencia sobrehumana. Que se lo digan a Erruki Ezkurra, que ya arrastra once años de servir cubatas y regatear a etílicos. Primero, la Herriko de Burlata. Después, la de la calle Jarauta de Alde Zaharra, la principal «discoteque» del rollo. Ahora, Iruñazarra, otro local con tradición. «Es cansado, pero bonito», asegura, con una sonrisa. Para ser camarero en estas fiestas «sin igual» es necesario hacer gala de un temple a prueba de bombas. Las gracietas de los cocidos, la insistencia en exigir tres cañas y dos marianitos como si uno fuese el único cliente de la barra, o los horarios maratonianos son algunos de los gajes que el oficio de tabernero presenta en las fiestas de Iruñea. Aunque, como señala Ezkurra, este trabajo también tiene una parte sicológica. O, más bien, de tratamiento. Tal y como define esta camarera, «paciencia es convertirte en el sicólogo que cada uno no se puede o no quiere pagar».

Habrá que reconocer que aquellos y aquellas que soportan a los ebrios y dan de beber al sediento son los verdaderos colosos sanfermineros. Eso de doblar el lomo cuando todo el mundo está de jarana es complicado. Aunque Ezkurra no dramatiza. Y defiende la necesidad de espacios que aporten un modelo festivo «euskaltzale, igualitario y abertzale». Precisamente, la clase de fiestas que no son del gusto de este Ayuntamiento gobernado por UPN. No es solo «echar potes», señala, sino crear espacios de socialización donde, además del alcohol, que lo impregna todo en estas fiestas, haya un hueco para la reivindicación.

Otra de las características innatas de un barero es la discrección. Quizás sea este el motivo por el que Ezkurra no entra al trapo cuando le solicitamos algún cotilleo sonado. De lo que sí se acuerda es de las escobas con patas que desaparecían por arte de magia cuando el que suscribe tenía que encargarse de limpiar el bar. Del compañerismo en la barra.

Como aspecto negativo, Ezkurra hace mención al trato recibido por muchas mujeres, que siguen teniendo que enfrentarse a los acosos de idiotas que confunden ligar con violentar a cualquiera. «La situación ha degenerado y se registran actos que sobrepasan el límite del respeto», asegura. Habrá que tomar nota.

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