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Joseba Permach | Militante de la Izquierda Abertzale

Para qué la independencia

En estos momentos es más que evidente que el sentimiento independentista también crece por motivos económicos. Y creo que es lógico

Dicen que con su libro «La riqueza de las naciones» Adam Smith se puede considerar el padre fundador (ideológicamente hablando) de la economía de mercado. En este libro se hace mención de la tan conocida teoría de la mano invisible, metáfora que hace referencia a la «magia» del mercado que es capaz de equilibrar la oferta y la demanda en un mundo donde todos supuestamente actúan de modo egoísta. Esto es, cada individuo busca maximizar sus beneficios y es la mano mágica del mercado la que consigue reconciliar las diferentes posiciones hasta llegar al equilibrio. En resumen, que el Estado no meta mano en la economía que ya hay en ella una mano invisible.

Antes de entrar a valorar sus tesis económicas quisiera decir que aunque Smith menciona «las naciones» en su libro, se refiere a los estados. El era escocés y sirva esta cita para calificarlo como auténtico unionista: «Si no es en el seno del proceso de unificación de Gran Bretaña, no parece que los irlandeses se puedan considerar en generaciones parte de una unidad nacional». Si levantara la cabeza, probablemente alucinaría en colores al ver a una Irlanda que avanza a la unión nacional y a una Escocia a las puertas de la independencia.

Independencia. Sí, es el término o la reivindicación que más escucho últimamente, que sin lugar a dudas crece exponencialmente y que no tengo dudas se está acercando, como dicen ya las encuestas en Catalunya, a datos cercanos a la mayoría también en nuestro país.

España se derrumba, política y económicamente, y en medio de esta crisis la banca y el poder financiero han secuestrado a su clase política y la van sacrificar, a ella y a la sociedad, para poder seguir chupando la sangre (o el sudor) de la clase trabajadora. Sin contemplaciones. El pasado verano con zapatero a la cabeza cambiaron la sacrosanta Constitución para priorizar el pago de la deuda. Un año más tarde Rajoy anuncia medidas sin contemplaciones para poder pagar esa deuda. Y de paso, un proceso centralizador que ni la LOAPA.

Y en Euskal Herria, todo ello genera rabia, a veces impotencia y cada día más un creciente deseo de independencia, también en lo económico. Es verdad que quienes llevamos años o décadas reivindicando la independencia sobre todo hemos resaltado el aspecto identitario, lingüístico o cultural. Hemos dicho y volvemos a decirlo que queremos la independencia, la creación de un Estado vasco, para hacer frente a la globalización cultural y lingüística, que queremos tener las mismas herramientas que cualquier otro estado para mantener nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra lengua o nuestras costumbres o historia. No porque sean mejores que las otras, no, porque son las nuestras, las que queremos como tal y las que entendemos que deben pervivir en un mundo que apueste no sólo por la biodiversidad sino también por la diversidad cultural, identitaria o lingüística.

Pues bien, en estos momentos es más que evidente que el sentimiento independentista también crece por motivos económicos. Y creo sinceramente que es lógico. La gente ve que el barco al que nos obligaron a montar se hunde y ve la posibilidad de navegar en un barco más pequeño pero más seguro. Hay quien dice que es un sentimiento egoísta y por ello quisiera hacer una serie de apreciaciones al respecto.

España no es ni peor ni mejor que Euskal Herria. Pretendiendo ser objetivo tendría que decir que por tamaño, población e incluso recursos naturales España podía ser económicamente una potencia económica. Lo cierto es que no los es, ni ahora ni hace mucho. Y no lo es, no porque no tenga bases para ello, sino porque durante décadas ha habido unas pocas familias que han ostentado el poder económico, que han tenido secuestrado el poder político (en la dictadura o tras ella) y que en estos momentos también la utilizan como un trapo sin ningún tipo de complejos. Y esa clase no ha buscado el crecimiento sino la especulación y la riqueza rápida e insostenible.

Por lo tanto, no es que reivindiquemos la independencia porque tengamos más o mejores recursos que España. No. El asunto principal es que queremos la independencia para administrar nuestros propios recursos en el marco de una verdadera democracia (sean los recursos que tenemos más o menos o mejores o peores que España). No es que seamos mejores, es que queremos ser libres, queremos tomar nuestra propias decisiones, construir otro tipo de sociedad, y para ello otro tipo de economía o modelo socio-económico. No queremos que Rajoy o cualquier banquero decida por nosotros, entre otras cosas porque este país no le ha votado a ninguno de ellos para que decida por nosotros.

Hay quien dirá que ya ni los estados toman sus propias decisiones. Y razón no le falta. Pero la respuesta también es sencilla. El poder financiero es enorme y sólo pedimos para defendernos ante él los mismos instrumentos políticos que tienen el resto de los estados. Hay estados que se pliegan ante él, pero también hay democracias como Islandia que le plantan cara.

Y nosotros queremos y necesitamos la independencia y los instrumentos del Estado vasco para crear una auténtica democracia. Una sociedad donde las personas incidan y participen en la política y a su vez la política incida y participe en la economía.

Porque ya casi tres siglos después de que A. Smith escribiera eso de la mano invisible es evidente que esta mano no funciona. Que la única mano, y cada día más visible, es la de los grandes poderes poderes financieros dictando la política económica y que actúan como ladrones de guante blanco.

La mano invisible no funciona. Más claro que nunca, se necesita de la mano o poder público para ayudar a la economía. Por lo tanto, queremos tener la misma fuerza en esa mano pública que cualquier otro estado, no más, pero tampoco menos. Y obviamente cuando tengamos esa mano pública que interviene en la economía con los poderes que supone ser un estado, la utilizaremos para hacer una sociedad mejor, más participativa, más igualitaria, más equitativa, más solidaria, más equilibrada social y territorialmente, más ecológica, más feminista y más euskaldun. Para eso queremos la independencia y por ello necesita- mos la independencia.

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