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Y para completar el cuadro sirio, la cuestión de las armas químicas

Raro era que no hubiera irrumpido antes la cuestión de las armas químicas y biológicas sirias. Porque, existir, y frente al caso iraquí, esta vez existen (Damasco dixit). Otra cosa son las alarmas más o menos interesadas. Los expertos minimizan el peligro pero advierten del riesgo de que caigan en manos no ya de Hizbullah sino de grupos islamistas yihadistas que luchan por el derrocamiento del régimen.

Dabid LAZKANOITURBURU

La cuestión de los arsenales sirios de armas químicas y no convencionales, esbozada ya en las últimas semanas, ha entrado de lleno en la ecuación. Y cada uno de los actores en esta crisis la utiliza en función de sus propios intereses.

El propio régimen reconocía el pasado lunes la existencia de esos arsenales. Era un secreto a voces. Los expertos aseguran que Siria empezó a desarrollarlas en los años 70, gracias a las transferencias tecnológicas de Egipto y luego de Rusia.

Damasco ha desarrollado históricamente su arsenal químico -algunos lo presentan como el cuarto más grande del mundo- como una suerte de respuesta al programa nuclear israelí. Así, se negó en 1993 a firmar la Convención de París sobre Armas Químicas. Pero no hay que olvidar que, aunque la firmó inicialmente, tampoco Israel la ha suscrito por lo que se reserva igualmente el «derecho» a producirlas, usarlas y almacenarlas.

Su carácter de doble potencia, nuclear y química, nunca ha impedido a Israel exigir a los demás (Irak, Irán, Siria) lo que no está dispuesta a acatar. Fue el propio Netanyahu quien alertó de que ese armamento podría caer en manos de Hizbullah.

No obstante, un alto responsable militar israelí, Amos Gilad, contradecía ayer a su primer ministro asegurando que las armas químicas sirias y de destrucción masiva están bajo «control total» del régimen. Insistía en que, «según nuestras informaciones, no ha habido transferencia de armas químicas, ni a Hizbullah ni a grupos terroristas como Al Qaeda».

Gilad daba así un tirón de orejas a los rebeldes, que horas antes «informaban» de que Al-Assad había trasladado «algunas de esas armas a aeropuertos en la frontera». «No conviene alarmarse con informaciones sin ninguna significación ni con hechos que no han ocurrido», dijo.

Pero, con su referencia a Al Qaeda, el militar israelí avanzaba cuál puede ser el verdadero quid de la cuestión. Y es que expertos como el francés Olivier Lepick, de la Fondation pour la Recherche Stratégique (FRS), niegan que haya riesgo real de que el régimen llegue a utilizar esas armas. «No tiene ningún interés táctico teniendo en cuenta la naturaleza del conflicto actual, que es esencialmente urbano. Saben que si lo hicieran perderían el apoyo de Rusia y China, sus últimos baluartes en la arena internacional».

Lepick señala que «el verdadero problema es ver esas armas en manos de fuerzas no necesariamente bien intencionadas». El experto considera justificada «la angustia de Israel solo de pensar que caiga en sus manos algún sistema de armas químicas». Pero añade que ese temor «no es menor al de la comunidad internacional que ve con muy malos ojos la posibilidad de que grupos islamistas yihadistas se apoderen de este tipo de armas en caso de que el régimen se derrumbe».

Ya en marzo, «The Wall Street Journal» informaba de que «responsables militares estadounidenses preparan planes para asegurar en su caso lo que podría ser un inmenso stock de armas químicas y biológicas».

La situación geográfica y geoestratégica de Jordania (aliado de EEUU e Israel) la sitúa como la base desde la que lanzar una operación de este tipo. Y la población no oculta su nerviosismo ante lo que interpreta como un intento de Occidente de implicarle en el conflicto. Recuerda lo acaecido con Irak y las inexistentes armas de destrucción.

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