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Nekane Garmendia, Antxon Gomez, Santi Merino (*) Concejala de Bildu, izquierda abertzale histórica y abogado, respectivamente

El Bildu que nosotros y nosotras queremos

Si Bildu sabe hacer de este momento de esperanza y de preocupación el punto de inflexión hacia una nueva realidad institucional, social, económica y política, será el catalizador de toda la disidencia y podrá ser la fuerza sociopolítica que colidere la elaboración de la agenda del futuro en Euskal Herria

Parafraseemos un reciente artículo publicado con bastante profusión y, permitiéndonos esa licencia, queremos hacer nuestra propia aportación a este debate abierto.

Los dos últimos vertiginosos años en Euskal Herria han producido un vuelco del escenario político que ni el más fino de los observadores ha podido anticipar tan solo unos meses antes. En este escenario destaca, entre otros factores, la emergencia de la oferta electoral conjunta de la izquierda soberanista, hasta ahora bajo tres denominaciones: Bildu, Amaiur, EHBildu. Una emergencia que ha obligado a retratarse a la clase política gobernante en un mismo bloque en defensa de un modelo autonómico y socioeconómico caduco e injusto.

Sin embargo, los gozos de ver una coalición soberanista de izquierdas a puertas de ser el grupo más votado en Hego Euskal Herria presentan sombras que preocupan muy especialmente a las personas y sectores que en mayor o menor medida hemos contribuido desde sus orígenes contra viento y marea a la creación de esta referencia.

De todas las sombras, aquella que más oscura se presenta es la pervivencia de un régimen jurídico en el Estado español que junto a sus definitorias características que aúnan lo reaccionario con el jacobinismo, une la elaboración de un paquete legislativo español más similar a los Tribunales del Santo Oficio de tan rancia tradición en la corona española que a los de un sistema democrático europeo.

Como muestra un botón, Ley de Partidos, parida por el PP y el PSOE. Una ley no derogada cuyas consecuencias penden sobre la cabeza de la oposición política vasca, catalana, gallega y española si la ocasión lo precisa.

La propia estrategia hacia una paz definitiva y un cambio social y político liderada por Bildu, pende del hilo de la Ley de Partidos. Entre otras cuestiones, porque el momento, las exigencias prácticas y las deficiencias propias, como las exigencias explicitas o implícitas transmitidas por la «fontanería» del Estado español han tenido como consecuencia el desmantelamiento del grueso del tejido popular, organizado, activo e informado, verdadera fuerza capaz de parar cualquiera de la intentonas neototalitarias del Estado español.

El Bildu que queremos es la coalición aglutinadora de una gran masa social organizada pueblo a pueblo por activistas y militantes sociales, sindicales y políticos. Una coalición plural de izquierda transformadora, anticapitalista, independentista que lleve a las instituciones (actuales, las por construir y las por deconstruir) no solo la voz, sino la voluntad de la ciudadanía.

Porque las instituciones nacidas de los sistemas jurídicos español y francés son aun oscuros centros burocráticos herederos del modelo institucional decimonónico, llenos de mecanismos que impiden la libre participación, la transparencia, la rotación, la democracia real.

El Bildu que queremos es una organización plural formada por diversas organizaciones y personas, que tenga voluntad de continuidad en el tiempo, estructura propia y que desde una estricta transparencia interna, con métodos participativos en la toma de decisiones, de programas y de listas, huya de ser una nueva cantera de futuros «michelines profesionales» que nutran una casta política que como sector separado de la sociedad civil no debería ni existir. Si Bildu quiere ver triunfar el modelo político y socioeconómico que plantea en sus escritos, dicho modelo debe aparecer escrupulosamente desarrollado en sus propias estructuras internas y en su política pública, institucional y social.

El Bildu que nosotras y nosotros queremos es una organización dinámica y abierta, atractiva para quien ha dejado ya la militancia, para los incombustibles de la acción sociopolítica y para quien nunca se acercó a ella hasta ahora por diversas razones. Organización que trabaje éticamente desde las instituciones y que sepa compartir liderazgo con otras organizaciones sociales y sindicales que trabajan en la red extrainstitucional.

Una organización de izquierdas que se enfrente activamente y con un proyecto histórico de futuro frente al «golpe de Estado de los mercados» por medio de una resocialización de la economía y de una repolitización de la ciudadanía.

Una organización independentista que presente y lleve a la práctica un método para alcanzar en un tiempo razonablemente breve el estatus de república soberana para Euskal Herria.

Una coalición activa en la desmilitarización definitiva y multilateral del conflicto entre Euskal Herria y los estados español y francés, con garantías para que no vuelva a repetirse el uso de la violencia política por ninguna de las partes y con pleno conocimiento de que el fin de las expresiones violentas del conflicto político es la antesala de una acentuación del antagonismo entre el proyecto nacional y socioeconómico de Euskal Herria frente al proyecto español y francés.

Si Bildu es abducido en las prácticas políticas de la política institucional al uso, la asimilación de su capacidad transformadora de la realidad es inminente. En cambio, si Bildu sabe hacer de este momento de esperanza y de preocupación el punto de inflexión hacia una nueva realidad institucional, social, económica y política, será el catalizador de toda la disidencia y podrá ser la fuerza sociopolítica que colidere la elaboración de la agenda del futuro en Euskal Herria.

(*) También firman el artículo Pedromari Olaeta (miembro de la ejecutiva de EA), Iñigo Gonzalez de Larramendi (de Lizagorri taldea) y Victoria Mendoza (exconcejala de Irun)

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