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Gaizka González e Igor López de Munain Militantes de Aralar Araba

La venganza como arma

Hoy es más necesario que nunca que mañana volvamos a llenar las calles de Bilbo como muestra de solidaridad y dignidad, como pueblo, pero también como ejercicio de responsabilidad social

Hace ya un tiempo que Euskal Herria avanza irremediablemente hacia la resolución del conflicto político que mantiene con los estados español y francés. Es evidente que la masa social que apuesta por las soluciones democráticas y aspira a ejercer el derecho de autodeterminación para la consecución de un estado libre en lo político, en lo social y en lo económico es cada vez mayor.

Esta realidad asusta no solo a los sectores políticos y económicos que han gobernado y gestionado este país durante siglos y ven en la nueva mayoría soberanista y de izquierdas una alternativa para el cambio global. Muchos son los que temen este cambio, desde el PNV hasta los sectores más recalcitrantes de la derecha extrema española.

La falta de fecha para las próximas elecciones al Parlamento Vasco ha sido durante meses el escenario perfecto que han utilizado dichos espacios ultras para provocar y encender el «campo de juego» de la política vasca; ya no basta con difamar, ahora les toca atacar a la única alternativa real que se presenta para liderar el cambio, EH Bildu. En lo político la difamación es evidente, cada día aparecen nuevos desbarres verbales que llaman a incendiar el escenario político vasco. Las frases grandilocuentes de Urkullu, Basagoiti, Ares, Urquijo, etc. no impiden evidenciar la debilidad que supone a PNV, PSE y PP poder argumentar frente a la única fuerza política que genera ilusión en la sociedad y que mediante su trabajo institucional va marcando la dirección hacia un futuro más esperanzador en esta época histórica tan difícil. Por todo ello, ahora buscan generar tensión dentro del espacio social que sustenta esa gran alternativa. Su arma, la venganza.

Mediante la venganza pretenden romper, mediante la amenaza y la provocación pretenden alejar del camino marcado hacia la paz y la normalización política, pero frente a su agresividad han encontrado una ola de solidaridad que no solo une, sino que fortalece la nueva estrategia y aglutina cada día más a otros sectores sociales que ven en las actuaciones del Gobierno español contra las personas presas un ataque a la dignidad personal y un afán de venganza.

El triste caso de Uribetxebarria y las otras 13 personas presas es la muestra más lamentable de tal política represora. Personas gravemente enfermas cumpliendo condenas injustas y prorrogadas. La actuación del Gobierno dista mucho de ser inteligente y se muestra como la forma de contentar a los sectores ultras dentro de la derecha española. Frente a la política del miedo, Euskal Herria entera ha respondido con una ola de solidaridad sincera ante esta situación, ha marcado la línea y ha reafirmado su compromiso irrenunciable con la paz.

Uribetxebarria y sus 13 compañeros y compañeras han conseguido con su acción volver a poner en la agenda política la situación de injusticia en la que deben sobrevivir en las cárceles los cientos de presas y presos vascos; exigen soluciones globales, no personales; dignidad hacia sus personas, no beneficios penitenciarios; exigen, en definitiva, ser tratados como lo que son, personas.

Euskal Herria se enfrenta por ello a un nuevo reto político que no debemos dejar pasar, el reto de la búsqueda de amplios consensos sociales y políticos que profundicen en las soluciones al conflicto político y a las consecuencias del mismo. Por todo ello es hoy más necesario que nunca que mañana, viernes, volvamos a llenar las calles de Bilbo como muestra de solidaridad y dignidad, como pueblo, pero también como ejercicio de responsabilidad social con la política del diálogo frente a la amenaza y la venganza.

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