El Gobierno chino anunció la suspensión de la construcción de una refinería de la filial del gigante Sinopec que ha suscitado una fuerte oposición de la población de Ningbo (este) y generado enfrentamientos con la Policía. Pese al anuncio, los manifestantes siguieron ayer concentrados en Ningbo.

La Policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que llevaban una semana de protestas.

Pese al compromiso de las autoridades de paralizar los trabajos, los vecinos, preocupados por su salud e iracundos por la expulsión forzada de varios miles de personas para dejar espacio para la fábrica, mostraron su desconfianza.

«Desgraciadamente, quizá sea una táctica para anestesiarnos», señalaron los vecinos.