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Andoni Azpiroz Hermano del ex preso Urtzi Azpiroz

De Madrid a Andoain

Lo único que les rogaba era que no se llevaran otra vez a su hijo lejos de ella. La respuesta que recibió fueron empujones sin ningún control que la llevaron al suelo

Salimos a las cuatro y media de la mañana para seguir el juicio que se estaba celebrando en la Audiencia Nacional de Madrid. La semana pasada no se pudo terminar aunque faltaran 30 minutos. Nos daba igual tener que madrugar y coger el coche cinco horas para ver en este caso a mi hermano. Fuimos veinticuatro personas, la semana pasada eramos sesenta.

Al llegar a San Fernando de Henares estuvimos haciendo un poco de tiempo hasta que se acercó la hora del juicio. Vimos pasar a nuestro abogado e incluso alguna gente de nuestro grupo paso por el detector. Cuando estábamos haciendo cola se nos acercó un señor preguntando si veníamos del País Vasco. Al contestarle que sí, se nos indicó que el juicio no se celebraba allí, que era en la calle Prim, en el centro de Madrid. Eran las 10.20 el juicio sería a las 10.30. Al comunicarle esto a nuestro abogado, claro, no se lo creía. Él tenía la confirmación de que el juicio se celebraría donde estábamos.

Consultó con la persona adecuada y le comunicó lo mismo que a nosotros. Todos al centro de Madrid. Cogimos el coche, pusimos el GPS, cinco coches uno detrás de otro a desafiar los semáforos y el tráfico del centro de Madrid.

Todo sin problemas; antes de llegar ya nos estaban esperando con los brazos abiertos policías de paisano. Nos indicaron que la sala donde se celebraba el juicio era pequeña y que no podíamos entrar todos. Cuatro quedaron fuera. Cuando entramos ya se estaba celebrando el juicio. Terminó el juicio y todos salimos satisfechos, grande Iñigo, eskerrik asko. El abogado nos dijo que si la sentencia era favorable se nos indicaría en los próximos días.

Cogimos el coche y todos a Andoain. Cuando salimos de Madrid, una noticia inesperada: mi hermano iba a salir de prisión ese mismo día. Lágrimas, abrazos y todos a Navalcarnero. Llegaríamos hacia las dos a la cárcel. Ahora tocaba esperar. Durante la espera dos coches de la Guardia Civil nos identificaron a cada uno y nos acompañaron hasta que salió Urtzi. Al salir, abrazos y esta vez, directos a Andoain.

Durante el viaje te acuerdas de los momentos difíciles y duros vividos por la familia y amigos. Al llegar a Andoain le esperaban unas 350 personas, la mayoría de ellas no le veían desde hacía casi dos años.

Entre abrazos y sonrisas, tuvimos una visita inesperada: coches de la Ertzaintza. Sin mediar palabra, cargaron, cogieron a mi hermano, le zarandearon por el suelo y le apartaron del resto de la gente simulando una detención. No dudaron en cargar con porras, disparar, les daba igual que hubiera niños, mujeres embarazadas o gente mayor. Un despropósito, todo sin venir a cuento.

En la carga, el motivo por el cual escribo la carta, mi madre fue zarandeada y empujada por el suelo. Lo único que les rogaba era que no se llevaran otra vez a su hijo lejos de ella. La respuesta que recibió fueron empujones sin ningún control que la llevaron al suelo. Maltratada una mujer de 66 años que lo único que ha hecho estos dos últimos años ha sido sacar fuerzas donde no había para no perder su integridad y darle ánimos y fuerza a su hijo.

Me pregunto: ¿qué ha hecho mi madre? ¿No ha sufrido suficiente esta mujer durante estos años para que una jornada de inmensa alegría, cuando llegó al fin el día que tenía en mente, en vez de celebrarlo, lo único que le viniera a la cabeza fuera el día que hace casi dos años le arrebataron a su hijo? ¡Qué vergüenza! ¡Qué despropósito! ¿No había sido suficiente los casi dos años que había estado en la cárcel su hijo?

De la gente que estaba esperando para saludar a mi hermano había personas de diferente ideología política, pero respecto a la actuación de la Ertzaintza estaban todos de acuerdo: ¡qué vergüenza!

No se de dónde vino esa orden de atacar tan descaradamente a un grupo de personas que estaban celebrando pacíficamente la vuelta de un andoaindarra. Quedaron en evidencia, lo único que demuestran es que el único foco de violencia que queda es la policial, y cada vez lo demuestran públicamente a más gente, porque fueron testigos las 250 personas que estaban, más las que se asomaron a los balcones. No ha pasado mucho tiempo desde lo de Iñigo Cabacas, pero les da igual. Siguen actuando de la misma forma y manera y nadie de arriba le pone freno a esto.

Eskerrik asko bi urte hauetan nire anaiari eta familiari elkartasuna eta laguntasuna eskaini diguzuen guztioi.

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