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CRíTICA: «Hotel Transilvania»

Monstruos animados que ya no asustan y hacen reír

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Mikel INSAUSTI

Al Conde Drácula se le ha perdido completamente el respeto, así como a los vampiros y demás monstruos del cine de terror clásico. El personaje de Bram Stoker es el hazmerreír en «Hotel Transilvania», donde le pone la voz en la versión original Adam Sandler y en la doblada Santiago Segura, lo cual no sé muy bien que es peor. Por no hablar de Frankenstein y su esposa, ambos doblados por el inefable Mario Vaquerizo, que ya está hasta en el cartel de la Semana donostiarra de Cine Fantástico y de Terror, en una pose, según él, con un «justo» aristotélico (sic).

Seamos claros: los dibujos de «Hotel Transilvania» no representan a auténticos chupasangres o a genuinos muertos vivientes, sino a humanos disfrazados de tales. Es como una fiesta de Halloween que el argumento de la película, escrito por un montón de gente que debería estar pensando en la lista de la compra, convierte en la celebración del 118 cumpleaños de la hija adolescente de Drácula, que se llama Mavis (no me pregunten por qué). El diseño de la chica, que va a la moda gótica, recuerda sospechosamente al de la joven heroína de «Aita, zonbia naiz». No voy a insinuar que Hollywood copie a una producción animada hecha en Euskal Herria, pero ahí queda apuntada la coincidencia.

Lo de los parecidos sospechosos que rozan el plagio habrán de dirimirlo entre los grandes estudios que compiten por controlar el mercado de la animación, ya que en esta ocasión Sony queda en clara deuda con DreamWorks y Pixar. De los primeros toma elementos prestados de «Shrek 2», y de los socios de Disney de «Monstruos S.A» y de «Ratatouille». El realizador Genndy Tartakovsky viene del cartoon televisivo, donde la inspiración cinematográfica está a la orden del día. Por algo se encargó de dirigir «Star Wars: Las guerras clon».

Incluso la escena que aparenta mayor originalidad o innovación vista en un espectacular 3D, la de las mesas voladoras, hay quien la relaciona con otra película de imagen real. Si no destaca por sí misma se debe a la flojísima banda sonora.

 

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