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Elecciones presidenciales en EEUU

Buscando las razones de un doloroso fracaso

Caras largas, silencio absoluto. Ante el anuncio de la reelección de Barack Obama como presidente de EEUU, los seguidores de Mitt Romney en Boston, su bastión en Massachusetts, no pudieron ocultar su enorme decepción, dividos en torno a las razones de una dolorosa derrota.

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Ivan COURONNE | AFP

Cuando Mitt Romney, subió al escenario, poco después de llamar al reelegido Barack Obama y reconocer su derrota, no le acompañó ni la música. «Paul y yo lo hemos dado todo en esta campaña», declaró el perdedor a sus seguidores, totalmente hundidos, y algunos borrachos: «me habría gustado responder a vuestras esperanzas de hacer cambiar de dirección del país, pero el país ha escogido otro dirigente, y Ann y yo os pedimos que recéis con todas sinceridad por él y por el país».

Poco antes, cuando los presentadores de la cadena Fox News anunciaron que Obama había ganado en el estado de Ohio y, por consiguiente, la Casa Blanca, los centenares de invitados se quedaron helados frente a las pantallas que difundían imágenes del cuartel general del presidente en Chicago, donde la multitud estalló de alegría.

Holly Kasten lloraba y tardó varios segundos responder; para ella, la campaña negativa de los demócratas explica la derrota: «(Romney) Ha sido descrito como un gran mal desde el principio y su carrera en el sector privado ha sido caricaturizada».

«Aunque sabíamos que iba a ser apretado, evidentemente estoy decepcionado», señaló con tristeza Frank, un colaborador del partido republicano de 50 años de edad.

Poco conservador

Otros no tenían empacho en criticar directamente a su candidato, que consiguió imponerse solo después de una larga batalla durante la primarias del partido. «¡Hemos recibido un azote sagrado!», admitió Brad Marston, un consultor político republicano.

Joe Ryan, de 27 años, consideró que «se sabía desde el principio que un candidato mediocre no bastaría, pero a pesar de todo nos unimos en torno a él».

«Los conservadores ya están diciendo que no había bastante conservadurismo» en casa de Romney, explicó el corresponsal de Fox News en Boston, Carl Cameron, quien agregó que la derrota pudo deberse a la estrategia elegida, centrada en el mensaje económico y dejando de lado los ataques a las políticas exterior y social del presidente.

Pero un análisis detallado de los votos podría también llevar a los republicanos a una conclusión diferente, más fundamental. Según los sondeos a pie de urna, el 71% de los electores latinos votaron por Barack Obama, cuatro puntos más que en 2008.

«Nuestro país está viviendo grandes cambios, y hace falta que el partido republicano se adapte a ellos», aconsejó Norman Everett, de 23 años, que afirmó que el partido deberá cambiar por completo de cara a las presidenciales de 2016 para responder a las aspiraciones de los jóvenes y de los estadounidenses de origen latino.

Poco después del anuncio de los resultados por las grandes cadenas, Karl Rove, exasesor de George W. Bush, lanzó una pequeña bomba al asegurar que duda de la victoria de Obama y que es muy pronto para sacar conclusiones.

Pero la derrota del martes es inapelable: el exgobernador de Massachussetts perdió su estado: perdió New Hampshire, donde anunció su candidatura a la Casa Blanca, y perdió Michigan, donde nació y donde su padre fue el gobernador.

El SHOW de la política norteamericana en una sala de Madrid

Como el baile de fin de curso de un instituto norteamericano de película. Así podría describirse el acto con el que la representación del Partido Demócrata de EEUU en el Estado español aguardó los resultados del escrutinio en Madrid. En la sala Galileo Galilei, con globos azules, blancos y rojos, serpentinas brillantes, el espacio abierto delante de las mesas, una pantalla desde donde podía seguirse el avance de la noche electoral y, por supuesto, bandera e himno. A falta de rey y reina del baile, Barack Obama (representado por una silueta en tamaño real) era el protagonista. Mientras algunos jóvenes se pintaban su nombre en la frente, otros coreaban «four more years (cuatro años más)». Aunque, a pequeña escala, así funciona el show de la política yanqui.

«Somos un poco cheerleaders, la política se vive como si fueses seguidor de un equipo de fútbol», reconoce Cristopher Canningham, que lleva en el Estado español más de una década. ¿Las razones para ser demócrata? «No queremos otra guerra», afirma. Alejandro Valdivieso, estudiante neoyorkino, asiente. Para ellos, la herencia del anterior presidente, George W. Bush, supuso sentir «vergüenza» de su Gobierno ante un mundo que observaba a Washington como a un monstruo.. ¿Y qué pasa, por ejemplo, con Guantánamo? «Estamos avergonzados. No entiendo por qué no lo ha cerrado ya», aseveran los dos. En ocasiones, parece que la elección se basa en el mal menor. A.PRADILLA

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