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Xabier Silveira | Bertsolari

Publicidad subversiva

Tengo la sensación de que ante la grave situación económica, las grandes marcas se están posicionando del lado de los pobres

Raro es el día en el que el buzón está vacío. No importa si a la puerta de entrada se le ha adjuntado un recipiente de hojalata con la inscripción en tamaño bien grande: Publicidad. En nada afecta el artefacto en cuestión a la rutina diaria, y junto con los sobres alargados de entidades bancarias, al recoger la correspondencia, allá estará ella también. Es la publi, casi de la familia.

Telepizza, el kebab clonado multiplicado por cinco, Conforama, Leroy Merlin, Carrefour, Jugettos... Un sin fin de mierdas que pocas veces necesitaríamos en la vida si no fuera por el arte en la seducción que cualquier publicista parece poseer. Cualquier cosa, utensilio, textil o alimento, pasa de desconocer su existencia a necesitarla hoy mismo en cuestión de segundos. Nociva es, eso fijo, pero no parece tan mala para lo bonita que llega.

Incluso se le puede llegar a coger cariño por lo callada y simpática que resulta si la comparamos con la que nos llega vía Internet. Esta última es insufrible, insoportable, es asquerosa, por no decir otra cosa. Todos los días para las nueve de la mañana, ni una, ni dos, ni tres, sino cien marcas diferentes esperan en el buzón de entrada de cada una de las cuentas de correo electrónico que durante estos años se me ha ocurrido crear. ¿Necesidad? Ninguna, pero ya que están ahí...

Buyvip, Kiabi, Curso de fotografía digital, LB Poker, Orange, Vodafone (estos dos tienen la manía decir que les debo dinero cuando ni siquiera los conozco), Privalia, LetsBonus, Atrápalo, Booking, Mifarmacia.com, mi sexshop.com, viagragratis.com y todas las que os podáis imaginar. Menos mal que Hotmail y Gmail tienen herramientas para bloquear la publicidad que nos llega sin que nosotros previamente la hayamos solicitado. Menos mal. Si no llegan a tener esos medios con los que protegernos de los spams, ¿qué sería de nosotros?

Pero no hay mal que por bien no venga o, como lo diría un publicista, no hay mal que bien no venda. Tengo la sensación de que ante la grave situación económica, las grandes marcas se están posicionando del lado de los pobres. Hoy, sin ir más lejos, he recibido, por ejemplo, un folleto de Husqvarna. Venden motosierras. Bueno, motosierras por menos de 200 euros, trajes de protección en plan paradisturbios de regalo y -aquí está el detalle- bidón de gasolina 29,99 euros. Casco protector, guantes anticorte... Más claro, agua. Si a esto le sumamos que la moda Kiabi -si no la conocéis, la conoceréis, tranquilos, ya nadie se libra de pobre-, Kiabi, decía, que ha puesto capucha a prácticamente todos sus abrigos, gabanes y por haber, no me digáis que esto no tiene pinta de que se están solidarizando de todo corazón con el pueblo soberano. Quién sabe, las revoluciones son así. En Portugal tuvo éxito la rebelión contra la junta militar porque los militares se alzaron contra sus jefes.

¿Estará ocurriendo de veras o es que tanta publicidad me ha vuelto subnormal?

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