CRíTICA música
El arte de empatizar con los niños
Susana SANTOLARIA
Los instrumentos musicales atraen a los niños aún antes de escuchar su sonido. Sus formas sensuales les llaman la atención. Y esa expectación va en aumento cuando descubren que, además, emiten sonidos; es el momento de explicarles la diferencia entre un sonido y la música. Prokófiev percibió esa sensibilidad y quiso mostrar con un sencillo cuento, “Pedro y el lobo”, que los instrumentos pueden contar cosas cuando se juntan en una orquesta.
Compartiendo la misma inquietud, la iniciativa Abao Txiki abrió el sábado su octava temporada con la versión en euskara de este cuento, “Pedro eta Otsoa”. El narrador Jon Paul Laka, director artístico de Abao-Olbe, comenzó el espectáculo estableciendo un creativo y didáctico juego con los músicos y el público, para introducir a los niños a la narración en euskara y explicarles los diferentes elementos que componen un teatro. La agradable plasticidad que transmitieron los títeres luminosos y la cálida y cuidada interpretación musical de la orquesta hicieron el resto, ofreciendo un espectáculo divertido, sencillo y bien hecho. El público infantil respondió con una atención inusual.
Resulta estimulante asistir a producciones infantiles en las que no se subestima la inteligencia e intuición artística de los niños. El juego y la comicidad son estrategias con las que los más pequeños disfrutan, siempre que se hagan como la que hemos visto en el Arriaga, con criterio, trabajo cuidado y bien hecho.
La temporada de Abao Txiki continuará en enero con “Un cuento de Navidad”, una ópera basada en el clásico de Dickens, con música de Iñigo Casalí; “El superbarbero de Sevilla”, una adaptación de El Tricicle sobre el clásico de Rossini para el público juvenil; “La princesa árabe”, un proyecto de Abao-Olbe para celebrar su 60 aniversario y rendir homenaje a Juan Crisóstomo de Arriaga; y “El traje nuevo del emperador”, una adaptación del cuento de Perrault con música de Iñigo Casalí producida por la Ópera de Cámara de Navarra.
