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Nuevo Parlamento en Gasteiz

Plena confianza en la oposición

Iñaki IRIONDO

Si una de las fórmulas para hacer frente a la crisis es la apuesta por la I+D+i (Investigación, desarrollo e innovación), Iñigo Urkullu ha decidido predicar con el ejemplo. Su fórmula para gobernar es francamente innovadora.

Los cánones tradicionales pasaban por la búsqueda de mayorías que, si no siempre eran matemáticamente absolutas, en la práctica podían entenderse como tales. Y hay que reconocer que el PNV se movió con maestría en ese terreno, firmando acuerdos con EA, Euskadiko Ezkerra, PSE, Euskal Herritarrok y Ezker Batua, bien en pareja o incluso con tríos casi inverosímiles. Pero eso era en los tiempos del Viejo Testamento, el que establecía que los acuerdos se buscaban con los diferentes porque los iguales, los tuyos, ya estaban en tu partido y se habían demostrado insuficientes para garantizarte un gobierno tranquilo.

Pero ahora el PNV ha decidido invertir la vieja fórmula para la constitución de gobiernos. En esta nueva era ya no se trata de buscar acuerdos con los diferentes que den cierta estabilidad parlamentaria para gobernar, sino de confiar en que los otros son tan distintos entre sí que nunca van a ponerse suficientemente de acuerdo para crear grandes problemas al Gobierno. Es decir, Iñigo Urkullu estrena el Gobierno de confianza plena en la oposición.

El PNV aduce haber descubierto en estos días que EH Bildu -la coalición compuesta por la EA con la que durante años estuvo coaligado, esa Aralar a la que tantos piropos dedicó, un trozo de la Ezker Batua con la que gobernó y la izquierda abertzale con la que tuvo un acuerdo de legislatura en 1999 que rompió por la acción de una ETA hoy inactiva (no por otra cosa)- tiene «un modelo muy extremo» sin «referentes en Europa». Y también señala que el PSE ha mostrado en estos tres años «formas de gobernar» que le diferencian mucho del «modelo PNV».

Así que, aduciendo la «urgencia» del momento, el PNV decide que mejor solo que mal acompañado, descartando no únicamente un gobierno de coalición, sino cualquier otro acuerdo de investidura. Pero lo llamativo es que no da ese paso para empezar a gobernar cuanto antes, porque el principal instrumento de gobierno, que es el presupuesto, queda aplazado a «cuando corresponda». E Iñigo Urkullu ya ha adelantado en entrevistas recientes que tendrá que arrancar prorrogando el presupuesto de Patxi López. Lo que demuestra que lo que impulsa al gobierno en solitario no es la urgencia, sino el deseo.

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