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ELECCIONES EN CATALUNYA | Crónica desde Madrid

Los argumentos de campaña de la fábrica de independentistas

Las elecciones en el principat pasarían desapercibidas si no fuese por esa catalanofobia que fabrica independentistas. La atención a los comicios al otro lado del Ebro se ha centrado en enumerar el argumentario de la derecha española sobre por qué catalunya no debería de decidir acerca de su futuro.

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Alberto PRADILLA

Las ruedas de prensa que siguen al Consejo de Ministros no serían lo mismo sin la habitual e insistente pregunta de algún periodista de la derecha española sobre cualquier cosa que haya hecho o dicho el presidente catalán, Artur Mas. No falla. La agenda puede estar marcada por los desahucios o por el hundimiento económico español. Sin embargo, esa interrogación y las sucesivas, todas dirigidas a buscar un titular tajante contra el independentismo, constituyen parte del paisaje de la sala de prensa de Moncloa. Como CiU y PP comparten su agenda de hachazos a los derechos sociales, el discurso del miedo, que presenta un paisaje de caos en caso de que la mayoría de catalanes optase por construir un Estado independiente se impone en Madrid. Los argumentos del PP y sus satélites mediáticos, que van desde el legalismo de la salida de la Unión Europea hasta un futuro desmantelamiento de la sanidad, tratan de contrarrestar un ánimo soberanista que va en aumento.

No parece casualidad que la semana pasada, Telemadrid, la cadena pública controlada por el PP, decidiese que esta semana correspondía volver a emitir el documental «Cataluña: independientes de la realidad». Ahí, Mikel Buesa y otra serie de satélites unionistas, como el excomunista Ramón Tamames, disponen de 30 minutos para enumerar sus tópicos contra el independentismo. El intento de deslegitimar las opciones soberanistas, que actualmente conforman mayoría en en el Parlament, centra el debate, aunque con diferentes matices. Mientras el PP se basa en el «no» de reconquista, el PSOE hace malabares lingüísticos que se resumen en las declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba hace un mes: los catalanes pueden decidir únicamente si eligen seguir en el Estado.

El caos independentista

La derecha española ha tratado de disfrazarse mediante campañas como la de «T´estimo Catalunya», lanzada por el PP hace una semana. Sin embargo, los «amores» de Alicia Sánchez-Camacho se limitan a enumerar todos los males que llegarían en caso de que el Principat decida sobre su futuro político. «El mesianismo de Artur Mas no pagará las pensiones», argumentó recientemente la cabeza de lista del PP. «El delirio separatista de Mas perjudica a las empresas catalanas porque pone fronteras y cierra mercados en todo el mundo», aventuró unos días después. Carlos Floriano, ayer mismo, vaticinaba un acabose en forma de quiebra. En la calle, también pueden escucharse las referencias al tópico del interés económico (en la derecha) o el paternalismo hacia qué modelo de independencia se construye con CiU (en la izquierda).

Ambos discursos comparten un rechazo al derecho a decidir. Mientras, el abismo entre catalanes y Estado español crece por momentos a golpe de falta de respeto o de incomprensión. Probablemente, el hecho de que se hayan celebrado tres elecciones en menos de un año reduce la capacidad de atención. Pero no esconde que Madrid tiene un problema a la hora de leer qué ocurre al otro lado del Ebro.

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