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CRíTICA: «La dama guerrera»

Doña Ana de Velasco y sus armas de mujer

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El mediometraje de Ana Murugarren es la primera farsa medieval que se hace en Euskal Herria, por lo que su aire paródico resulta bastante insólito aplicado a nuestra historia. La realizadora lo ha escrito en colaboración con su hija Azucena, inspirándose en la desmitificadora comedia de aventuras «La princesa prometida», que sigue siendo una de las películas más originales e innovadoras de Rob Reiner. Sorprende que el texto, viniendo de una guionista tan joven, haya sido fiel a las rimas de los juglares con un humor que recuerda a «La venganza de Don Mendo» en la versión de Fernando Fernán Gómez.

También se prodiga en momentos descacharrantes a lo Monty Python en «Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores», mientras que la caricatura del coronel Villalba al mando de las tropas invasoras castellanas, en la interpretación de Mikel Losada, es como la del cruzado que Vittorio Gassman ridiculizó para Mario Monicelli en «La armada Brancaleone».

«La dama guerrera» encuentra su personalidad definitoria, por encima de cualquiera de las muchas influencias genéricas, en el tratamiento que da a la figura central de Ana de Velasco, encarnada con poderío y gracia por Ylenia Baglietto. Compone el retrato de una mujer inteligente adelantada a su tiempo, que con ingenio será capaz de frenar el avance del ejército enemigo y poner a salvo el castillo de Marcilla. Frente a la brutalidad de la época dentro de un mundo de hombres guerreros, ella opone una sensibilidad creativa de naturaleza femenina sin necesidad de derramar una gota de sangre.

Su avanzada mentalidad no fuerza ningún anacronismo o dislate histórico, gracias a que «La dama guerrera» plantea una hábil interacción entre el presente y el pasado. La ambientación también se mueve entre la realidad reconstruida y la ficción actualizada, por lo que no se han querido eliminar digitalmente aquellos elementos del paisaje que pudieran desentonar. La intención queda clara cuando el juglar cede el testigo a un rapero.

 

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