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CRÓNICA | ELECCIONES EN CATALUNYA

El PP y «el hombre del saco», juntos en la campaña catalana

En el aniversario de su mayoría absoluta, Rajoy cerró ayer un mitin del PP en Barcelona, en el que, con ayuda de Sánchez-Camacho, presentó el catálogo de las mil y una plagas que asolarán Catalunya si se independiza. El remedio, por supuesto, son ellos, que no dejarán que el Principat se se separe del Estado «pase lo que pase».

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Beñat ZALDUA | BARCELONA

Ayer se cumplió un año de la mayoría absoluta del PP en las elecciones generales. Difícilmente se imaginaría entonces Mariano Rajoy celebrar el aniversario de dicha victoria en Barcelona, defendiendo a capa y espada la unidad de España. Sin embargo, así fue. Rajoy aterrizó ayer por cuarta vez en la campaña electoral para cerrar un acto en Las Arenas, una plaza de toros convertida en centro comercial, que bien pudiera ejercer de símbolo de la «transición nacional» impulsada por CiU.

El último intento del PP de erigirse en el frente único del unionismo, frustrado hasta ahora por Ciutadans, -y de paso, pasar un día más sin hablar de la crisis-, llegó en plena polémica por el supuesto informe policial filtrado al diario «El Mundo», en el que se acusa a dirigentes de CiU de corrupción y enriquecimiento ilícito. Varios medios aseguraron ayer que Interior no encontraba ni rastro del supuesto informe. Como era de prever, Rajoy prefirió no meterse en el polvorín, aunque entre el público que esperaba para entrar, dos jubiladas se preguntaban: «¿Es muy raro eso de «El Mundo», no?».

El concejal del PP en Barcelona Alberto Fernández Díaz fue el encargado de dar inicio al mitin ante las cerca de 2.000 personas que llenaban el auditorio de cartulinas rojas y amarillas -pocas banderas en esta ocasión-. Poco antes de las 21.00 horas empezó Rajoy, no fuese a ser que perdiese los minutos de los telediarios. Eso sí, arrancó con un alarde de humildad ante el grito de «¡Guapo!»: «Bueno, esto es de una generosidad sin límite».

Y acto seguido, a meter caña, que para algo fue a Barcelona. Hasta en siete ocasiones se refirió a la «Catalunya catalana, española y europea». «Alguien ha convocado elecciones para ocultar la falta de valor a la hora de afrontar una crisis», señaló quien retrasó la presentación de sus primeros presupuestos a la espera de los comicios andaluces y asturianos. «Tenemos la suerte de vivir en un país diverso, con todas nuestras lenguas y tradiciones», declaró quien lleva al Constitucional el modelo de inmersión lingüística.

«Puente aéreo»

Con un discurso suave en los modos, pero contundente en el fondo, Rajoy señaló que «aquí nadie va a sacar a Catalunya ni de España ni de Europa», para acabar su discurso rozando la poesía: «La prosperidad es un puente aéreo y no un paso fronterizo». Por el camino, hachazos a diestro y siniestro, sobre todo a Mas -«aquí hay quien ofrece callejones sin salida»-, y al PSC -«otros que están en su propio laberinto»-. De fondo, el discurso del miedo: «Nunca había visto a alguien querer separar a millones de personas de Europa».

Pero para discurso del miedo el de la candidata, Alicia Sánchez-Camacho, que mostró menos reparos en sonreír y dar las gracias al grito de «¡Guapa!». «CiU no es de fiar», «los inversores ya no quieren venir a Catalunya», «una Catalunya independiente se tendría que poner a la cola de Turquía y de Kosovo», «pone en riesgo las pensiones»... Todo un catálogo para avisar de que viene el coco, en el que quizá solo faltó la amenaza de quedar fuera del sistema solar, que recientemente le sugirieron desde Solidaritat.

Dejándose llevar por el ambiente, Sánchez-Camacho pidió el voto para que «España siga siendo la cuarta potencia europea», mientras a la delegada del Gobierno en Barcelona, María de los Llanos de Luna, entusiasmada, se le escapaba una sonrisa botulínica al grito de «presidenta, presidenta». También pidió el voto «para cerrar embajadas y abrir quirófanos». ¿Se acordará que fue ella quien pactó con CiU que se cerrasen?

 

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