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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

El cine de la aldea

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En un mundo cada vez más globalizado lo particular adquiere un valor esencial, y el cine es una de las formas de expresión que sirve para reivindicar la identidad localista. En Euskal Herria el fenómeno está adquiriendo unas proporciones dignas de ser tenidas en cuenta. Me ha dado por pensar en todo esto, al conocer que desde Marcilla se habían organizado autobuses para asistir a la presentación del mediometraje «La dama guerrera» en el Teatro Arriaga, dentro de la programación de Zinebi.

No está nada mal que en cada pueblo, en cada valle, apoyen su película como si se tratara de un equipo de fútbol o la coral que les ha hecho famosos fuera de sus contornos. En esto se llevan la palma, y hay que reconocerlo, los baztandarras. El éxito de «Baztan» en las proyecciones de Iruñea se ha debido a un constante goteo de vecinos y vecinas que se sentían representados por la película.

Todo nace de la dinámica participativa que se generó alrededor de una modesta producción independiente que, sin el apoyo y la implicación de las gentes del Baztan, nunca podría haber llegado a las salas de cine. Ese impulso colectivo también hizo posible «Gazta zati bat», gracias al efecto de bola de nieve que desde el Goierri hizo rodar la iniciativa Nazioen Mundua.

Me admira que tales aventuras no caigan en la tentación populista, y que hasta se permitan la búsqueda de hitos culturales como lo ha sido «Xora», la primera película rodada en Zuberoa y en suletino. No es nada común que una película experimental cuente con el respaldo de sociedades o grupos restringidos a un pequeño pero irreductible punto del mapa.

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