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ELECCIONES EN CATALUNYA | Jordi MUÑOZ, Profesor de Ciencias Políticas de la Universitat Autónoma de Barcelona

El otoño que aceleró la historia

El autor repasa en este análisis las claves que han acompañado la intensa campaña electoral catalana, desde el origen del auge independentista hasta la entrada del debate social, que ha roto con el eje únicamente nacional planteado al principio por CiU. También apunta a la importante reconfiguración del arco parlamentario de izquierdas, provocado por el previsible fracaso del PSC y el ascenso de ERC, ICV-EUiA y CUP.

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Las encuestas muestran un fuerte crecimiento del apoyo a la independencia de Catalunya en los últimos años. Al menos desde 2006, ha ido creciendo ininterrumpidamente hasta situarse como la opción mayoritaria de la sociedad catalana. No se trata de un fenómeno estrictamente coyuntural, sino que responde por un lado a la acumulación de desengaños y frustra- ciones de algunos sectores tradicionalmente favorables a una solución federal, y por el otro al trabajo constante del independen- tismo catalán, tanto el parlamentario como el social.

Esta acumulación de fuerzas eclosionó el pasado 11 de setiembre y la historia se aceleró. Convergència Democràtica había ido subiendo la intensidad de su soberanismo desde que una nueva generación se hizo cargo del partido, pero la magnitud de la demostración de fuerza independentista en la calle, junto con el bloqueo a su apuesta estratégica de legislatura (gobernar con el apoyo del PP y negociar un pacto fiscal), alteró su guión y Mas optó por subirse a la oleada popular.

El plebiscito que no fue. Cuando Artur Mas convocó elecciones en Setiembre, muchos las quisieron interpretar como un plebiscito sobre el derecho a decidir. Algunos por convencimiento y otros porque están convencidos que es lo único que puede salvar a CiU de un inevitable desgaste por la crisis y los recortes sociales.

No cabe duda que la consulta y la transición hacia un estado propio han sido los grandes temas de la campaña, y así lo demuestran los eslógans elegidos por los partidos: desde el «Catalunya sí, Espanya també» del PP a «Federalismo, la alternativa sensata» del PSC o «La voluntad de un pueblo» de CiU.

Sin embargo, la apuesta por unas elecciones monotemáticas no se ha impuesto tanto como pensaba el entorno de Mas en un primer momento. La crisis económica, la tasa de paro y las políticas de recortes, inevitablemente, han aparecido en campaña. Al fin y al cabo, tras las elecciones CiU deberá nombrar un Gobierno y seguir gestionando la Educación o la Sanidad, por lo menos hasta las próximas elecciones. La huelga general del 14 de Noviembre, o el debate sobre los deshaucios han contribuído a hacer aflorar otros temas en una campaña que, por eso, se le ha hecho excesivamente larga a CiU. Según una encuesta de la propia Generalitat, el 52,9% de los catalanes considerará primero las respuestas a la crisis de cada partido para decidir su voto, frente a un 35% que votará en clave estrictamente nacional.

De hecho, las propias formaciones independentistas han huído del escenario monotemático. Esquerra Republicana, que tiene una gran bolsa de votantes fronterizos con CiU, ha optado en las últimas semanas por reforzar su discurso socioecomómico para presentarse como una alternativa de izquierdas a Mas. La Candidatura d'Unitat Popular también ha articulado una campaña básicamente izquierdista: de algún modo, como se ha dicho, a la izquierda independentista el independentismo «se le supone» y, por tanto, no tienen tanta necesidad de enfatizarlo en sus mensajes.

El guión de Mas. Si bien dentro de Cataluña se dirimen varios temas, no cabe duda que fuera de Catalunya estas elecciones se interpretarán, como un termómetro de apoyo social a la apuesta soberanista de la mayoría parlamentaria catalana, especialmente en Madrid y Bruselas. No es para menos: la idea que transmite el entorno del President es la de celebrar una consulta en un plazo corto, posiblemente antes que el referéndum de Escocia, previsto para 2014. Mas pretende acelerar el trámite legislativo para aprobar una ley de consultas en el Parlament (la que aprobó el tripartit se encuentra suspendida por el TC) e intentar por esa vía celebrar una consulta en unos términos consensuados con la mayor parte posible de formaciones políticas. Si esta vía resultase imposible

por el bloqueo español, al parecer la apuesta de Mas sería convocar unas nuevas elecciones, estas sí en clave estrictamente plebiscitaria, a las que concurriría un bloque de formaciones soberanistas con un único punto en el programa: la proclamación en el Parlament, en caso de ganar con comodidad, de la independencia y el inicio de negociaciones con el Estado y la comunidad internacional.

Recomposición de la izquierda. Más allá de la gran cuestión de la consulta, estas elecciones pueden ser transcendentes por la profunda recomposición de la izquierda catalana que asoma en las encuestas. Si hace unos meses parecía difícil pensar que la suma de Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya pudiese superar al PSC, hoy incluso hemos visto alguna encuesta en la que la combinación de las dos fuerzas de la izquierda nacional y la CUP llegaría a doblar a los socialistas. El hundimiento de la fuerza que ha hegemonizado el espacio de la izquierda catalana desde los años 80 abre la puerta a una recomposición del sistema de partidos catalán, en la que las fuerzas mayoritarias a izquierda y derecha del Parlament sean de obediencia catalana y no española. Un cambio histórico.

 

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