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«Al disco lo sostienen las canciones, y los invitados son los que suben la nota»

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Unai Lobo

Trompeta de Betagarri

Betagarri cumplirá 20 años de carretera el próximo año, pero la fiesta comienza desde el lanzamiento de su décimo disco «Zorion argiak», doble cedé poseedor de tanta canción inevitable que el repertorio de la banda de Gasteiz está más caliente que un puesto de castañas.

Pablo CABEZA | BILBO

Unai Lobo es un escritor al que estimamos. Prosa ágil, original, ordenada y muy descriptiva, por lo que al transcribir la entrevista salieron 25.000 caracteres, una excelente novela. Lo malo del asunto es que las exigencias del guión han forzado un hachazo sin sangre que esperamos conserve el espíritu de la charla.

A nosotros nos queda el espacio justo para esbozar que nos hallamos ante uno de los grandes discos de los últimos años. Y que Iker, Iosu, Aitor, Iñaki, Mikel, David, «Triku» y el propio Unai nos han dejado un trabajo que disfrutamos con la ilusión hirviendo y la fe crecida ante los veteranos que saben mantenerse con dignidad. Todavía más si uno de sus mejores temas, «Udazkenarekin batera», el más rastafari del disco, está dedicado a Kukutza, sueño y realidad que nos pillaba al lado de casa.

Para «Zorion argiak» Betagarri ha contado con diversos apoyos (Gari, Juan «SA», El Drogas, I. Muguruza, Francis «Deseo», Tonino Carotone...), todos espléndidos; no obstante, las canciones que más nos han enganchado son las que canta Iñaki, aunque el punto de «Lagunak», con Pirritx eta Porrotx, resulta irresistible, como «Musika bizi», donde, además, Betagarri interpreta su único solo de guitarra de estas características en su historia. Quizá sea que nuestros oídos se han pegado a su timbre de voz, pero «Izarra barik» es un 9,5 (el vaso nunca se llena), «Udazkenearekin batera» otro, como «Geroa» y casi «Zorion argiak», «Nire bihotza», «Mundu saldua», «Beti Aurrera», «Itxura ederra»...

¿Qué historia se esconde detrás de ese día a día del disco?

Hace dos años (finales de 2010) nos pusimos a trabajar en lo que iba a ser el nuevo disco de Betagarri. Como siempre, comenzamos a traer al local esas ideas que se guardan en el cajón de cada uno hasta que llaman a filas, y de ahí, claro, fueron surgiendo canciones. También otra forma más o menos habitual de componer es empezar una jam-session, grabarla, y ver, al escucharlo, qué nos llama la atención de lo grabado, e intentar tirar del hilo hasta crear una canción. Bueno, el asunto es que llegado junio o julio teníamos algo así como 12/13 temas. Ya entre ellos se encontraban, por ejemplo «Igande goiza beti» que desde el principio nos pedía a gritos la voz de Toñín diciendo: «Felicitá, momenti e vita intensa». La letra, bastante hedonista, se prestaba. También andaba por ahí «Koloreen jabe», que nos sonaba a Hertzainak... Bueno, la cosa es que teníamos un disco y la idea clara de alguna colaboración. Llegó el verano, las vacaciones, la desidia, la playita... y setiembre nos pilló con el disco igual que en junio; es decir, sin estar realmente preparado, pero con la inminente necesidad de entrar a grabar si queríamos que saliese antes de la Feria de Durango. Así pues, y haciendo caso a la sabia frase que dice: «Si viento no hace y prisa no tenemos ¿quién cojones nos empuja?», decidimos parar las máquinas y retrasarlo un año.

Y tras el respiro...

Pues que nos encontrábamos con un año por delante, doce o trece temas acabados, y la idea de las colaboraciones rondándonos la cabeza. Seguimos componiendo y al ver que eran muchas las que nos parecían válidas, y que estaba claro que iba a tener que ser un disco doble, decidimos darle paso a la idea de las colaboraciones, con lo cual, una vez aprobado el asunto, casi jugábamos a ver qué voz le iría guay a cada canción. Y esto dio como resultado que en marzo o abril teníamos unas 25 canciones y once invitados. En junio nos metimos a grabar y aquí está «Zorion argiak».

Betagarri lleva muchos años en la carretera, quemando ruedas, pisando y tomando curvas. ¿qué ocurre en esa casa rodante, quién es quién y cómo es quién?

Te puedo contar un día habitual de concierto, basado en los roles que con el paso del tiempo hemos ido adquiriendo cada uno. Sería algo así. Después de esperar a que llegue Iñaki, que siempre es el último, y pregunte si están hechas las chuletas (los repertorios), nos montamos en la furgoneta, e irremediablemente Iker se duerme en su asiento aunque sean las diez de la mañana. Pongamos que la primera hora la pasamos leyendo periódicos, libros, o cada uno a lo suyo en voz baja, Agirre con sus eternos cursos de inglés, libros y cuadernos por todos los lados, Katarain mezclando algo en su portátil... Al rato, cuando ya nos hemos aburrido de leer los periódicos, Unai plantea algún tema que tengamos por decidir, cosas del tipo: «Han llamado de no sé dónde para ver si tocamos, o quieren que toquemos a tal hora en no sé cuál»; vamos, cosas que hay que decidir entre todos y que hacen que la gente empiece a despertarse.

Y llega el mediodía.

Sí, y Mikel o Iosu son los encargados de decir «¿Qué?, habrá que sacar unas cervezas, ¿no?». Y llega la hora de la cerveza y las patatas fritas. Iker, a todo esto, ya ha despertado, y grita «Triku! ¡Pon el iPod!». Pone algún disco de algún batería de jazz, y a los diez minutos alguien, siempre desde el más absoluto respeto, dice «¡quita esa puta mierda! ». Así que pasa a escucharlo por auriculares, y se pone a leer algún libraco de esos que sólo lee en la furgo, tipo la biografía de Jesucristo o la de Charlie Parker. Ha llegado el momento en el que Agirre se inclina hacia delante y pregunta a Iosu y a Triku por cosas relacionadas con las guitarras, pedales, guitarristas, grupos... Triku siempre conduce y su copiloto habitual es Iosu. Si no le dan bola, se gira hacia atrás y le pregunta a Katarain por ordenadores o micrófonos. Por cierto, aquello que planteó Unai sobre si tocábamos o no en no sé dónde, y si aceptamos tal o cuál hora, se olvidó y sigue sin decidirse.

Y la hora de comer.

Nos damos cuenta de que va siendo la hora de comer porque Iker vuelve con nosotros al grito de «¿Cuándo paramos a comer?»». Hay que parar antes de que el hambre se le convierta en violencia sin fin y acabe con todos nosotros. Iñaki pregunta «¿Por qué no paramos en tal restaurante?». A lo que Triku responde: «Porque no está en esta carretera, eso está yendo a no sé dónde». En la comida lío para pedir, y toque de atención de Miguelito (que ha estudiado hostelería y es cocinero). «¡A ver, cojones! ¡Que está apuntando los primeros!». Antes de emprender el viaje, no pueden faltar el cortado descafeinado de máquina de Agirre ni el café americano de Iker. Paga Gabiña.

¿Hay siesta?

Si el tramo que nos queda lo permite, es el momento de una película, que dependiendo de su calidad, logra que la mitad se queden dormidos. Hemos llegado al hotel, Unai pide los carnets y reparte las llaves. «¡En diez minutos abajo!». Me sobran siete para tomar una caña en el bar del hotel. Al sitio de tocar. Montar y probar, que salvo problemas con el equipo lo hacemos en un plis-plas, y... ¿qué hacemos ahora? Pues tomar unas cervezas. Así hasta la hora de cenar, en la que todo vuelve a repetirse: «¡A ver, cojones! ¡Que está apuntando los primeros!»». Algo de picar y unos segundos. Saca más cervezas, cortado descafeinado de máquina y café americano, chupitos, paga Gabiña. Al concierto, unas cervezas antes, durante y después y todos al hotel. «Mañana a las diez abajo». «¿A las diez para desayunar o a las diez para salir?», preguntará Iñaki. Y Triku dirá: «A las diez arranco la furgoneta, el que quiera desayunar antes que baje cuando le dé la gana». Y al igual que ayer, pero en el otro sentido de la autopista, todo se repite.

Habrá quien piense que las colaboraciones pueden ser un recurso fácil...

No se ha hecho así por nada que tenga que ver con reinventarnos o crear un disco gracias a los demás. Sinceramente, nos parece que el disco lo sostienen las canciones, y los invitados son los que suben la nota. Entendemos que la gran mayoría de las canciones de los invitados se van a perder para nuestros directos, porque la verdad es que las han hecho totalmente suyas, por lo que sí creo que es un ejercicio de generosidad el esfuerzo que supone crear todas esas canciones sabiendo que luego no las vas a defender en directo.

¿Con los años se termina en esto por la pasta?

En Euskal Herria no creo que haya muchas bandas que sigan por la pasta, sobre todo porque no la hay. Mucha gente pensará: «Joder, pues los grupos cobran miles de euros». Nosotros somos uno de los que más cobran en Euskal Herria, y va para más de un año que cobramos un sueldo que se puede escribir con tres dígitos, así que...

 
repertorio

«Hay gente del grupo que apuesta por abrir las ventanas y sacudir las alfombras, arriesgando el éxito inmediato que te dan las canciones de toda la vida, pero invirtiendo en salud mental y en el futuro»

PRESUPUESTO

«Ser músico también es una profesión, que pagamos impuestos, seguridad social, compramos herramienta (cara), necesitamos un medio de transporte, pagamos a técnicos, alquilamos un local, y ya no te digo nada cuando viajamos, (hoteles, comidas, gasolinas...)»

actuaciones

«Vamos tocar prácticamente todas las que canta lñaki, más, a lo mejor, alguna de algún invitado con la que Iñaki se anime. Y por supuesto si alguno de los colaboradores se anima a acercarse a alguno de los conciertos, bienvenido será, pero eso a día de hoy no lo sabemos»

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