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IBILIZ IBILI | Javier Iturritxa

El singular Marinda, en el corazón del valle de Kuartango

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La ascensión que hoy os propongo nos permite subir al monte Marinda. Dicho monte es una singular pirámide que se alza en medio del encantador valle de Kuartango. Es de destacar la prominencia de esta cumbre en comparación con las desgastadas cimas de las otras sierras de la zona como pueden ser Badaia, Armako, Gibijo... Esa prominencia es precisamente la que le da esa forma tan majestuosa.

Desde la iglesia de Sendadiano subiremos por la única calle del pueblo hasta que muera dicha calle y, por consiguiente, el pueblo. Es entonces cuando nace una pista que sigue ascendiendo hacia el oeste, la cogeremos. Avanzaremos por dicha pista, pasando así una langa. Al poco veremos un desvío a la derecha, junto a unas charcas. Nosotros lo obviaremos para seguir de frente. De ahora en adelante la tónica a seguir será la misma, esto es, es ascender por la pista principal sin salirnos en ninguna de sus ramificaciones secundarias.

Y de esa manera tan simple nos plantaremos en la marcada base del monte Marinda. Es la hora de abandonar la pista, torciendo a la izquierda. Pasaremos así una langa para ascender por un empinado sendero marcado con mojones. Este es el momento estrella del recorrido de hoy. Y es que es una delicia de ascensión. Si este sendero tuviera 400 metros más de desnivel, sería una clásica entre las clásicas.

El sendero muere en la estrecha cumbre del monte Marinda (986 m). Es de remarcar el precipicio que forma su cara sur. Su cara norte, en cambio, son frondosos bosques. Aparte de esto, disfrutaremos de unas inigualables vistas de los montes de la zona: Gorbea, Gorobel, los paredones de Arkamo... Amén de una privilegiada imagen de todo el valle de Kuartango.

Desde la cumbre continuaremos por el sendero que bordea todo el cordal de la montaña dirección oeste. Bajando por dicho sendero, en unos diez minutos, llegaremos a una bifurcación de senderos, ambos dos marcados con mojones.

El sendero de la izquierda sigue bajando. Si lo cogiéramos, podríamos bordear el monte Marinda por su cara sur mediante una pista. Al final de dicha pista un sendero nos dejaría de nuevo en la base del Marinda, esto es, por donde hemos pasado anteriormente. Esta opción es también muy evidente y alarga un poquitín más la excursión.

La otra opción

El sendero de la derecha, en cambio, llanea hacia el norte, cogeremos esta última opción. Pronto llegaremos a otra pista en la cual lo que tenemos que hacer es torcer de nuevo a la derecha y avanzar por ella. La pista por la que estamos avanzando, aunque todavía no lo sepamos, es ni más ni menos por la que previamente hemos ascendido a la base del monte Marinda. Así que recorriéndola, sin salirnos en ninguno de sus desvíos, llegaremos pronto al punto base del monte Marinda. Desde aquí lo único que nos resta es desandar el camino anteriormente realizado para llegar sin pérdida de nuevo al pueblo de Sendadiano.

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