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CRíTICA: «Invasor»

El sensacionalismo enmaraña cualquier posible verdad

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Mikel INSAUSTI

No me parece mal que Daniel Calparsoro para hacer cine de acción se ponga como meta a los mejores realizadores del género, incluso que para su thriller conspirativo y paranoide «Invasor» se fije en el Paul Greengrass de la saga «Bourne». Todo eso está muy bien, y no cabe duda de que desde sus inicios con «Salto al vacío» ha evolucionado técnicamente y sus películas son cada vez más vertiginosas e impactantes. Se siente ya preparado para trabajar en Hollywood, porque domina los resortes del lenguaje comercial que consume el público joven, tras su entrenamiento con telemovies dirigidas a esa franja de edad. Pero en su afán por alcanzar dicho nivel formal se ha olvidado por completo del narrador que pudo ser algún día, renunciando a la autoría y convirtiéndose en un aspirante a sustituto del pirotécnico Tony Scott, recientemente fallecido.

En consecuencia «Invasor» es un electrizante actioner visualmente arrollador, pero que en lo narrativo deja mucho que desear. Como espectador no entiendo que se ponga tanto esfuerzo en hacer milagros con un presupuesto ajustadísimo, para que las localizaciones rodadas en Lanzarote y Fuerteventura parezcan un campo de batalla iraquí, si luego la tan trabajada verosimilitud ambiental se malogra por culpa de un guión sensacionalista que pierde cualquier conexión con la realidad.

La estructura de la novela de Fernando Marías en la que se han basado los guionistas de la película de Calparsoro combina los hechos del frente con los que suceden en retaguardia a la manera del argumento que Paul Laverty escribió para Ken Loach en «Route Irish», con la diferencia de que el cineasta inglés quería denunciar el sistema de contratas empleado durante la invasión de Irak. Por el contrario, en «Invasor» lo denunciable no es más que una cortina de humo para desarrollar una intriga en la que un individuo se enfrenta en solitario contra todo el sistema, a fin de que la persecuión a la que es sometido resulte desigual y angustiante. Se cuestiona la participación del ejército español sin nombrar a Aznar.

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