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La reconstrucción de Gaza: lastrada por el bloqueo y a la espera de las donaciones económicas

Gaza intenta dejar atrás los ocho días de bombardeos israelíes. La agresión dejó 188 muertos y cientos de heridos. También, decenas de infraestructuras devastadas. La reconstrucción apenas ha comenzado. El bloqueo, que impide la entrada de materiales y medicinas, y las carencias económicas, constituyen los principales lastres para cicatrizar unas heridas que, periódicamente, el Ejército hebreo insiste en reabrir.

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Alberto PRADILLA

Nos faltan 600 tipos de tratamiento por culpa del bloqueo israelí. No hay nada en los hospitales. Si la agresión hubiese continuado nos enfrentaríamos a una crisis todavía más grave». Ashraf Al Qedra, portavoz del ministerio de Sanidad en Gaza, advierte sobre la alarmante situación de los servicios sanitarios en la Franja, desbordados tras la última agresión militar. En ocho días de bombardeos, Tel Aviv mató a 188 personas (entre ellos 45 menores de edad) y provocó heridas a más de 1.400, según los datos de la administración palestina. El cerco que sufre este pequeño territorio ha deteriorado la situación de quienes lograron sobrevivir. Aunque los hospitales son solo una de las muchas caras de un escenario postbelico dificultado aún más por el candado que impone Israel. En las calles todavía pueden verse los escombros amontonados de viviendas y edificios oficiales, pendientes de reconstrucción. Al menos, el Ejecutivo de Ismail Haniye afirma que ha podido realojar a todos los damnificados. Un compromiso que rebaten algunos de los afectados, que se quejan de que las ayudas apenas han llegado. Volver a poner en pie todo lo que los drones y los F-16 echaron abajo tomará su tiempo. Sin embargo, la posición de Egipto, mucho más cercana a Hamas desde que los Hermanos Musulmanes se hicieron con el poder, ha aliviado la escasez, gracias a la apertura del paso de Rafah. También se esperan frutos del proceso de diálogo con Israel, que todavía se está desarrollando, y del que esperan conseguir alguna grieta más en el aislamiento forzoso. Sanar heridos y reedificar forman parte de la terrible rutina a la que periódicamente se ve obligada a enfrentarse la población de Gaza.

«Teníamos prevista la agresión. Así que nos preparamos, especialmente las emergencias, los quirófanos y las salas de cuidados intensivos», explica Al Qedra, que reconoce que las existencias no bastaban. «En un día gastamos lo que habíamos reservado para un mes». Por suerte, señala, los bombardeos cesaron, aunque ahora tienen que hacer malabarismos para atender a los heridos. «Necesitamos entre 4 y 5 millones de dólares mensuales para gastos ordinarios del sistema médico. El ataque los ha incrementado notablemente», afirma, elaborando mentalmente la lista de lo que falta. En realidad, casi sería más sencillo empezar haciendo inventario y luego pedir el resto.

Apoyo sanitario de Egipto

Por suerte, esta vez el paso de Rafah no fue ese muro impenetrable de la operación «Plomo Fundido». «Para nosotros es muy importante, es una ventana al mundo. Además, Egipto se ha implicado en la atención sanitaria», remarca Al Qedra. En primer lugar, con 10 ambulancias que esperaban diariamente la llegada de los heridos. También, poniendo a disposición sus hospitales para los más graves, que eran trasladados a El Arish (a 40 kilómetros de la frontera) y luego a El Cairo. Sin embargo, el portavoz guvernamental advierte que esto son solo parches. «Israel debe de acabar con el bloqueo. Ellos son responsables de esta agresión».

A los sanitarios de Gaza les queda por delante la recuperación de los heridos (450 de ellos, menores) y hacer frente a las consecuencias psicológicas que padece buena parte de la población por vivir encerrados y a mercede de las bombas, Por desgracia, se han acostumbrado. Como explicaba amargamente un doctor del Hospital Al Shifa, en el centro de Gaza, ante los rumores sobre un ataque el pasado viernes que luego fueron desmentidos en el propio centro médico, «llevo dos guerras en cuatro años y ya sé diferenciar perfectamente quién está herido por un ataque de tanque o desde un avión».

«Tienes 5 minutos, vamos a atacar»

«Tienes cinco minutos para desalojar la casa. Vamos a bombardear». Con esta macabra llamada se despertó Abu Ahmed Al Kholy, vecino del barrio de Al Zeitun, en la madrugada del 20 de noviembre, un día antes de que Israel y las facciones palestinas firmasen la tregua. Al otro lado del teléfono, un soldado hebreo. «¿Por qué vais a atacar mi casa? No he hecho nada», trató de dialogar. Era inútil. «Deja de hablar, los cinco minutos comienzan ahora», fue la última palabra del uniformado. Todo lo rápido de lo que fue capaz, Al Kholy advirtió a los 23 familiares con los que compartía techo y logró salir a la carrera. Tal y como le habían anunciado, cinco minutos después reventaba el primer proyectil lanzado desde un drone. Tras el ataque «de advertencia», los F-16 terminaban la tarea. Los Al Kholy, junto a sus vecinos, los Al Serhi, observaban la destrucción de sus domicilios impotentes. Por suerte, pudieron huir a tiempo. Todo lo que tenían quedó reducido a escombros, pero nadie resultó herido. Ahora, su drama está en volver a levantar dos viviendas que han quedado reducidas a su estructura básica y en la que las camisetas, los libros o las fotografías se mezclan con el hormigón y los hierros amontonados tras la explosión.

«No sé qué hacer. Por el momento, me quedo aquí sentado. No se ha podido salvar casi nada». Zakariah Mohammed Al Serhi, de 22 años, residía con su mujer y su hijo en el edificio ubicado frente a la casa de los Al Kholy. Lo que antes era su habitación ya no tiene pared. No quiere pensar qué hubiese ocurrido si llegan a estar dentro. «Mi vida se ha parado. No me queda nada», lamenta. En el bajo de este edificio de tres plantas cuya fachada ya solo es escombro, Al Serhi tenía una pequeña tienda. La ha perdido. Se ha realojado en un apartamento alquilado y asegura que el Gobierno solo le ha dado «algo de comida». «No van a hacer nada», afirma, tras asegurar que él no tiene los recursos necesarios. Si no recibe ayuda, la casa quedará tal y como la dejó el bombardeo israelí. El Ejecutivo de Gaza, por su parte, ha prometido hacerse cargo de todas las reconstrucciones. Sin embargo, apenas han pasado diez días, así que todavía tendrá que pasar tiempo hasta que pueda cumplir.

Como en todo, entre los damnificados por la ofensiva del Tsahal también hay clases. Los vecinos del barrio de Zeitun no pueden hacer frente a una obra que les costaría miles de shekels. Quienes sí tienen dinero han podido comenzar a prepararse el terreno por sí solos. Es el caso de Azzam Al Shawwa, antiguo ministro de Industria en el Gobierno de Al Fatah y hombre de negocios. En su vivienda, ubicada en El Jondi, un céntrico paseo de la ciudad de Gaza, los operarios ya trabajaban con un bulldozer para limpiar la zona. Tras retirar los escombros, donde antes hubo una vivienda de dos pisos solo quedará un solar. Únicamente por adecentar y rehacer los límites con las calles adyacentes, los propietarios tendrán que pagar 20.000 dólares, según los responsables de la obra. Como atrapados en el mito de Sísifo, los palestinos se ven obligados a rehacer, una y otra vez, infraestructuras que vuelven a ser atacadas por los militares israelíes.

Objetivo: comisaría atacada en 2008

Al igual que los domicilios particulares, las sedes oficiales se encontraban en la lista de objetivos de los aviones israelíes. El ministerio del Interior, por ejemplo, se vino abajo tras ser dinamitado uno de los últimos días de la agresión. Sigue tal y como quedó tras una primera limpieza. También una de las comisarías de policía cercanas a El Jondi. «Todavía no se ha previsto iniciar la limpieza, aunque llegará», señalaba ayer mismo un agente que custodiaba las ruinas. Mientras, algunos de los vecinos de las casas cercanas, con boquetes abiertos por la onda expansiva, todavía se acercaban al puesto de los uniformados para preguntar por sus pertenencias. El cuartelillo ni siquiera había sido estrenado. Los obreros estaban terminando su remodelación, tras ser atacado en 2008, cuando los aviones de Tel Aviv volvieron a reducirlo a escombros.

«La reconstrucción va por fases. Primero se realojó a los afectados. Después se ha hecho frente a los pequeños daños. Estas dos ya se han cumplido prácticamente. Después se abordarán los grandes destrozos», explica Issam M. I. Buhaisi, catedrático de Economía Financiera de la Universidad Islámica de Gaza. Los retos para el Gobierno de la Franja no son fáciles. Hacer frente a la reconstrucción está condicionado por sus propias dificultades financieras derivadas de la ocupación y por la escasez de de materiales, provocada por el bloqueo. En muchas zonas de la Franja hay cortes de luz que pueden alargarse hasta 12 horas. Los recursos son limitados. Así que necesitarán la ayuda de países donantes, como Qatar y Turquía. Las banderas de la petromonarquía y los carteles agradeciendo su ayuda pueden verse en muchas de las calles de la ciudad. Claro, que comparten espacio con un panel donde se celebra la aportación de Irán a los cohetes que llegaron hasta Tel Aviv. Para que el mensaje se escuche con claridad en Israel, están escritos en hebreo, así como en árabe, inglés y farsi.

Además de las necesidades financieras, el cerco que asfixia a Gaza desde hace ya seis años dificulta la entrada de materiales. Hasta el momento, los túneles han sido la única vía desde la que importar elementos de obra vetados por Israel bajo el argumento de que también servirían para armar a las milicias. Muchos de ellos se encuentran actualmente dañados, ya que se convirtieron en objetivo prioritario para el Ejército hebreo. Así que la vía se ha estechado. La posición de fuerza de Hamas tras el conflicto a la hora de negociar con Tel Aviv y la mano tendida de Egipto, que ya permite cruzar materiales, puede aliviar esta dependencia. Sin embargo, el bloqueo persiste. Además, el temor a una nueva agresión, que los palestinos dan por segura, les deja ante la incertidumbre de pensar que esta puede ser la enésima vez que se levanten para, acto seguido, volver a ver cómo todos los rescursos invertidos en la recostrucción se evaporan nuevamente.

Madrid se queja de las colonias pero estrecha la mano de sus ejecutores

El Gobierno español se sumó ayer a última hora a las quejas efectuadas por diferentes estados europeos sobre el plan israelí de construir 3.000 nuevas viviendas en una colonia de Jerusalén Este, presentado como respuesta la aceptación de Palestina en la ONU. Lo hizo el mismo día que su ministro del Insterior, Jorge Fernández Díaz, estrechaba la mano de su homólogo hebreo, Yitzhak Aharonovitch, miembro del partido ultra Israel Beitenu. Ambos se encontraron en Jerusalén y reiteraron un acuerdo de colaboración en varios ámbitos, entre los que se especifica «la lucha antiterrorista según lo tipificado en cada Estado». A. PRADILLA

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