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Mikel Jauregi Kazetaria

Descanse en paz... de una vez

Tiene algunos años menos que servidor, pero aparenta más, muchos más. Está arrugada, descolorida, raída, caduca. Se la ve muy mayor, vieja. Es lo más parecido a un muerto viviente. ¡Y con solo 34 años! Pero como «todo es mejor» gracias a ella, hay que cuidarla, mimarla y halagarla todos los días, y acicalarla -que no reformarla- de vez en cuando para que no moleste a quien no debe molestar.

Porque hace tiempo que ella dejó de preocuparse del resto. Ha pasado tanto tiempo y han ocurrido tantas cosas que cada vez son más quienes piensan que nunca lo hizo. Y claro, ahora esos millones de personas que se sienten abandonadas a su suerte comienzan a renegar de ella. Según el último sondeo del CIS, el 52% de la ciudadanía declara su escasa o nula satisfacción respecto a esa ley de leyes que fija deberes y derechos. Los primeros son de obligado cumplimiento para todos y todas, so pena de sanciones varias; de los segundos, ¿hay noticias?

Digámoslo sin paños calientes: para ella no hay quirófanos que valgan -ni en la pública ni en la de pago-, porque lo suyo no se arregla ni con liposucciones ni con kilos de bótox. Su estado es irreversible y lo único que le queda por hacer es optar por una de las dos vías que la llevarán a su inevitable destino: inhumación o incineración. Que le den la extremaunción -que es muy leal ella a los dictados de la Iglesia Católica pese a predicar la aconfesionalidad- y descanse en paz.

Posdata: Habrá quien piense que un independentista vasco no debería destinar siquiera un minuto al estado de salud de una Constitución que siente ajena e impuesta. Claro que también debería dedicar un día tan señalado como el de hoy (ayer para usted, estimado lector y estimada lectora) a aquello que habitualmente suele hacer los laborables, esos en los que no hay nada que celebrar: es decir, a trabajar o a estudiar. Y ya ven: los polígonos industriales se encuentran vacíos y Landako, por ejemplo, recibe en su primera jornada de Azoka más visitantes que en los estrenos de las últimas ediciones. Ya se sabe: el ser humano es un nido de contradicciones.

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