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Iker Bizkarguenaga | Periodista

Mejor mirar al futuro

No sé si Joseba Egibar ha elegido el mejor momento para decir que quiere abrir un debate sobre los últimos 35 años. Precisamente, la semana en que el ministro de Educación amenaza con poner patas arriba el modelo educativo vasco, bastante paticorto, por cierto; cuando el abono de la paga extra a los funcionarios pende de un hilo; y cuando, además, Madrid interpone un recurso de inconstitucionalidad contra la ley vasca de EPSV. Unos hechos que marcan claramente los límites del llamado autogobierno, pilar de la estrategia jeltzale en estas tres décadas y media.

No es la primera vez. Desde su aprobación, hace 33 años, al Estatuto que iba a resolver todos nuestros problemas -de Nafarroa ni hablamos, pues para el PNV no existía hasta que descubrió a Uxue Barkos- le han dado tantos zurriagazos que hoy por hoy solo el PP, que entonces se llamaba Alianza Popular y pidió el voto en contra, defiende su vigencia tal como está.

Y, oiga, aquella era la joya de la corona de los jelkides, a quienes abandonaron uno tras otro el resto de agentes sociales y sindicales que conformaron el «consenso estatutario» hasta desconsensuarlo del todo. Puede argumentar el presidente del GBB que esa nunca ha sido la estación término de su partido, que por doctrina es independentista, y tal. Pero a nadie se le escapa que el Estatuto de 1979 era para ellos algo más que una efímera meta volante.

Hoy, apenas un tercio de la población respalda el Estatuto (Lakua dixit) y habrá que convenir que la evolución ideológica y sociológica de la sociedad vasca, con todos los matices y aristas que se le quiera poner, ha ido en la línea de los de la «estrategia fracasada». A la izquierda abertzale todavía le quedan unas cuantas estaciones hasta llegar a su objetivo, seguramente bastantes más de las que esperaba hace 35 años, pero en este tiempo ha logrado que una mayoría social comparta su meta, mientras que el paseo jeltzale ha desembocado en una vía muerta.

Y ya en el ámbito electoral, el PNV puede esgrimir que (en la CAV) sigue siendo primera fuerza, pero si compara los resultados de las primeras autonómicas con los del 21N no tienen motivos para la autocomplacencia. No pesan lo mismo 25 escaños sobre 60 que 27 de 75, y no es igual tener más del doble que la segunda fuerza a tener que mirarla con el rabillo del ojo.

En todo caso, si hay que debatir sobre estrategias, mejor hacerlo sobre las del futuro, ¿no?

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