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ENTREGA DEL PREMIO NOBEL DE LA PAZ

La UE aboga en Oslo por «pelear en la mesa, no en el campo de batalla»

Una delegación del Acuerdo de Gernika acude hoy a Estrasburgo a reclamar a la UE que muestre en Euskal Herria su función de apoyo a la resolución de conflictos reconocida ayer con el mayor galardón mundial: el Nobel de la Paz. El discurso de los mandatarios de la UE ayer en Oslo fue nítido: incidió en el fin de los conflictos («se puede romper el ciclo de la violencia») y en la negociación («hay que pelear en una mesa»), y evocó en positivo la independencia.

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R.S. | DONOSTIA

Pese a las dudas sobre la legitimidad de la concesión y a alguna manifestación de protesta en Oslo, a mediodía de ayer el Premio Nobel de la Paz entronizó a la Unión Europea como instancia clave en «los avances de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa». Sus mandatarios recibieron el galardón haciendo una contundente defensa de la resolución de conflictos por vías pacíficas y de la negociación. Y todo ello tiene una repercusión notoria en un territorio de la UE, Euskal Herria, el único en que existe aún un conflicto violento sin cerrarse totalmente, aunque tras la decisión de ETA de dejar definitivamente la lucha armada las opciones para ello sean mayores que nunca.

En víspera de la visita que hoy realizará a Estrasburgo una delegación de los firmantes del Acuerdo de Gernika para demandar a la UE una implicación mayor por la resolución, resultaba interesante constatar con qué discurso recogían el premio los gobernantes de la Unión. Y la conclusión fue que su mensaje coincide bastante más con los criterios del Acuerdo de Gernika que con las posiciones de los jefes de los gobiernos español y francés, Mariano Rajoy y Francois Hollande, que sin embargo acudieron a Oslo a festejar el premio y hacerlo suyo en su condición de socios de la UE.

El discurso fue leído conjuntamente por el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, y el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, que estuvieron acompañados por el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Entre otras cosas afirmaron que la UE practica la «negociación permanente» y que esa es su «arma secreta» para evitar conflictos, si bien en todo momento se refirieron a las relaciones entre estados y no a sus conflictos «internos» (que es como la UE denomina el caso de Euskal Herria). En este punto, reprodujeron en Oslo las palabras de Jean Monnet, padre del proyecto europeo: «Más vale pelearse en torno a una mesa que en un campo de batalla».

Van Rompuy señaló que, «aunque la guerra es tan vieja como Europea», resulta posible, «como dijeron los padres fundadores, cortar con el ciclo sin fin de la violencia, poner fin a la lógica de la venganza y construir un futuro venturoso junto con el poder de la imaginación». «Sí, sí se puede romper el ciclo de la violencia», recalcó.

Barroso, por su parte, aseguró a los presentes en Oslo que «pueden contar con la UE y sus esfuerzos para la lucha por la paz». El líder de la Comisión Europea fue más lejos incluso en una parte de su discurso, mucho más personal que el de Van Rompuy, en la que evocó la independencia: «El sentimiento de portugueses, españoles y griegos de libertad también se sintió en la Europa central y del Este y en los paises bálticos al ganar su independencia», dijo en su repaso de estas décadas.

Los 930.000 euros del premio serán destinados por la UE a proyectos de apoyo a niños víctimas de guerras y conflictos.

El referente del caso irlandés

La implicación de la UE en los intentos de solución del conflicto vasco ha sido muy escasa, casi nula. Se ha limitado a saludar las decisiones de ETA y los escenarios que se han ido abriendo y, a partir de ahí, mostrar su confianza en que los estados socios sabrán gestionarlos. Así las cosas, la labor de impulsar vías de solución está siendo liderada por otros agentes como los referentes internacionales que forman el grupo de Aiete.

En cuanto al Parlamento Europeo, sí apoyó el proceso de negociación de 2005-2007 en octubre de 2006, pero con una votación ajustada, entre intensas presiones, y en un momento en que el proceso ya empezaba a languidecer, por lo que aquella aportación dejó sabor agridulce y en la práctica no sirvió de nada. Cabe reseñar que quien defendió en aquella sesión el sí al proceso, como portavoz del Grupo Socialista Europeo, fue Martin Schulz, presente en Oslo como actual presidente del Parlamento.

Si se observa el proceso irlandés, principal referente para Euskal Herria, se comprueba que la UE se implicó solo una vez puesto en marcha, tras la Declaración de Downing Street y el primer alto el fuego del IRA. El apoyo es económico, mediante el programa Peace I (1995-1999), seguido luego del II (1999-2006) y el III (2007-2013). Su objetivo es fomentar el desarrollo económico y social y eliminar las secuelas del conflicto. Entre los tres suman ya 2.500 millones de euros.

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