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Internacional

Héroes y villanos

El humilde Bradford elimina al Arsenal donde Wenger tiene los días contados, Ferdinad recibe un monedazo y un árbitro alemán pide perdón al Dortmund.

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Joseba VIVANCO

En el Feyenoord holandés o en los ingleses Norwich City, Portsmouth o Stockport County, ningún jugador puede elegirse el número 12 dado que la camiseta con dicho dorsal está reservada para la afición. Pasa lo mismo con el Fenerbahce, el Malmoe, el Zenit o Lens, de igual manera que la famosa `Puerta 12' en el estadio Monumental de River Plate recuerda la tragedia que en 1968 se saldó con 71 muertos tras una avalancha al final de un clásico contra Boca. Este pasado martes, en el Valley Parade de Bradford, 24.000 seguidores del club de la cuarta división inglesa se congregaron, a tres grados bajo cero de temperatura, para presenciar la histórica victoria de los suyos en Copa de la Liga ante un Arsenal que cayó a los penaltis: novena tanda desde los once metros que el Bradford gana de manera consecutiva en dos años. Valley Parade fue escenario un día 11, pero de mayo de 1985, de otra tragedia, cuando un incendio en las gradas entonces de madera acabó con la vida de 56 personas. El martes, ese jugador número 12 homenajeó a aquellas víctimas.

Con los titulares, los Gunners salieron derrotados justo el día que el club londinense cumplía 126 años. Un varapalo que para muchos significa la cuenta atrás del adiós de un Arsene Wenger de quien ya se dice que su próximo destino será el PSG parisino. En 1996, cuando llegó a Londres, el alsaciano proclamó: «Mi aspiración es que cuando los fans de Arsenal vengan a vernos sean felices». Y ya no lo son.

No jugó en esta derrota Arteta -que el sábado transformó dos penaltis- pero sí un Cazorla que fue uno de los protagonistas indeseados del fin de semana en la Premier al simular una de esas penas máximas, algo que la la grada y el fútbol británico en general detestan.

El otro incidente que nos dejó la última jornada del campeonato inglés fue lo ocurrido en el derbi de Manchester, con el central Rio Ferdinand como foco de atención. No solo el portero citizen Joe Hart tuvo que defenderle de un hincha que saltó al campo para agredirle, sino que llegó a recibir el impacto de una moneda cuando se acercó con los suyos a celebrar un gol justo en el córner abarrotado de seguidores locales. «Qué puntería!», escribió después en su cuenta de Twitter. «¡Qué resultado! ¡Tres puntos! Al que tiró la moneda... ¡vaya tiro! No puedo creer que fuese una moneda de dos peniques... ¡podría haber sido por lo menos de una libra!», bromeó. Quien no estaba para bromas fue la madre del lateral del City Ashley Cole, que replicó: «Al que pego a #Ferdinand con una moneda debería ser premiado con una medalla».

Sentido del humor ante todo. Como cuando el portero argentino Ángel David Comizzo, en un Boca-River, vio caer una radio cerca de él al ser pitado un penal contra el rival. Ni corto ni perezoso se puso los auriculares para escuchar el gol... que no llegó. El arquero contrario lo detuvo y Comizzo tuvo que tolerar las cargadas boquenses. O como el paraguayo Gabriel González, al que le cayó un pitillo al ir a patear un córner y no tuvo otra que darle un par de caladas antes de golpear la bola; le apodaban, cómo no, Loco. En fin, con decir que hubo un colegiado argentino que llegó a montar un museo con más de 600 objetos que recopiló en su carrera...

Van Persie héroe; Mario, villano

En lo meramente futbolístico, el United de Ferguson es más líder tras imponerse 2-3 al City de Mancini. Tres disparos visitantes a puerta y tres goles. Se adelantaron 0-2 los devils gracias a Rooney -su gol 150-, empataron los sky blues y casi en el descuento, libre directo al borde del área. «Wazza (Rooney) me preguntó: ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a tirar o vas a centrar?», contaría luego Robin van Persie. «Le dije: creo que voy a tirar». Y el ariete holandés se hizo acreedor a los 30 millones de euros que Ferguson pagó para llevárselo a Old Trafford. Como alguien decía esta semana, en el Arsenal todos le buscaban, en el United simplemente le encuentran.

Según el diario ``The Sun'', Roberto Mancini culpó de ese último tanto a su portero, Joe Hart. Entró furioso en el vestuario y le señaló: «Es tu culpa». No fue el único que recibió las críticas del cada vez más cuestionado técnico italiano. El `francesito' Samir Nasri se apartó de la barrera. «En el centro hemos jugado con dos jugadores y medio», le reprochó luego Mancini.

El otro blanco de sus críticas, cómo no, fue su compatriota Mario Balotelli, al que sustituyó en el minuto 52 de encuentro y este ni le saludó al pasar. Tras la derrota ambos mantuvieron una nueva acalorada discusión y Balotelli abandonó el estadio de muy mal humor, mientras algunos seguidores zarandeaban su coche, ese Maserati con el que unos días antes había viajado a Londres a una reunión y por temor a perderse en el trayecto pagó 1.000 euros a un taxista para que le guiase.

Roberto Mancini diría luego que aprecia mucho a Mario, pero que el delantero debe dedicarse a su trabajo. Como le aconsejaría después su compañero Carlos Tévez: «Mario, ¡usa un poco la cabeza! Con razón la gente habla...». Y eso que Balotelli acaba de ser papá. Su exnovia -que tras su separación le comunicó que estaba embarzada- dio a luz en Nápoles a una niña de nombre Pía, por la devoción que la familia de la madre tiene por el Padre Pío, uno de los santos más venerados en Italia que nació en la región donde se ubica la ciudad napolitana.

Mario Gómez, gol y divorcio

También otro Mario, Super Mario Gómez, acaba de romper con su pareja de toda la vida, aunque su idilio con el gol sigue latente. Volvió a marcar con su Bayern, que mantiene su ventaja de 11 puntos sobre el segundo clasificado, Bayer Leverkusen. El que perdió fue el Dortmund -ya a 14 puntos- por un penalti y consiguiente expulsón mal pitados, que llevó al colegiado después a pedir disculpas públicamente; la federación alemana le ha metido en la `nevera' hasta final de temporada.

La misma federación alemana que recaudó en 2012 casi 1,7 millones de euros en concepto de multas y sanciones -al griego Papadopoulos, del Schalke, le acaban de castigar con 5.000 euros por golpear una botella de agua mojando a un operario de televisión, al irse a vestuarios-, dinero que se invertirá en labores sociales. Ejemplos que deberían ser más habituales en el fútbol. Ahí está el presidente del Inter, Massimo Moratti, con fama de apoyar causas progresistas y solidarias a lo largo del mundo. En el año 2004, sin ir más lejos, fue muy comentado su envío del dinero recaudado por las multas a sus futbolistas como donación al EZLN del Subcomandante Marcos -declarado hincha, por cierto, del Peñarol uruguayo-, además de diverso material deportivo.

Su Inter ganó este fin de semana, 2-1, al complicado Napoli, y le deja a cuatro puntos de la Juventus, en cuyo banquillo se volvió a sentar su técnico Antonio Conte, tras larga sanción por un lío de amaño de partidos. Los suyos ganaron 1-2 en un pésimo partido. «Si el Palermo hubiera empatado al final, hubiera encerrado al equipo en el vestuario. De hecho, tendríamos que quedarnos dos días aquí como castigo», dijo.

También ganó un Milan al alza, 2-4, al Torino, e hizo lo propio la prometedora Roma, 4-2, a la vistosa Fiorentina, con dos goles y una asistencia de un enorme a sus 36 años Francesco Totti. Pero todas las miradas en el Calcio siguen puestas en El Shaarawy, que suma ya 13 dianas, las mismas que el exrayista Michu en la Premier, ambos `pichichis' cuando hace solo dos años jugaban en la segunda división de sus países.

El Shaarawy, pies en el suelo

El Faraón es el ídolo de la afición rossonera, un prometedor futbolista veinteañero que tuvo el año pasado en los consejos y reprimendas de Zlatan Ibrahimovic -el miércoles en la jornada intersemanal de la Ligue 1 marcó tres goles con su PSG- su mejor aprendizaje. «Zlatan está consumido por el deseo de vencer. He leído su autobiografía porque tenía curiosidad por entender su trayectoria en la vida y en la profesión. Quería comprender su ambición desmesurada», comentaba esta semana.

Por sus palabras, parece un chaval con la cabeza bien amueblada. «Pensaba que sería fácil no caer en el exceso. Pero más bien al contrario, es muy duro. Cuando ves a un futbolista piensas `¿cómo puede ser tan presuntuoso?'. Pero cuando el aludido eres tú, y la gente no para de pedirte autógrafos y fotos, y los tienes siempre detrás, empiezas a tener la sensación de ser un fenómeno. Por suerte, tengo a mi padre que me obliga a mantener los pies en el suelo. Yo sigo siendo el mismo con todo el mundo, incluidos mis amigos de toda la vida de Savona. La única diferencia es que ahora el que paga la pizza soy yo». Arropado en el Giuseppe Meazza -«es como un búfalo que resopla encima durante 90 minutos», lo ha definido- Stephan El Shaarawy solo espera ahora el parón invernal para que su capitán Ambrosini le pague las vacaciones navideñas prometidas si marcaba más de siete goles.

Donde no pararán es en Inglaterra para alegría de un Rafa Benítez cuyo Chelsea ganó por fin, 1-3, con dos goles de un Fernando Torres que antes de Benítez sumaba 7 goles en 20 partidos; con el madrileño en el banco, 4 goles en 4 partidos y 45 minutos. `The Kid' ha vuelto. Peor le va al brasileño Hulk, el exPorto que costó 60 millones de euros al Zenit ruso. «Estoy enfadado con Spalletti. Vine para jugar, no para ser sustituido en todos los partidos. Me quiero ir». El técnico ha respondido: «Hulk puede hacer y decir lo que quiera, que lo sustituiré de nuevo».

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