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Los unionistas intentan capitalizar las protestas por la Union Jack

La violencia de las protestas por la limitación de la presencia de la bandera británica en el Ayuntamiento de Belfast han dejado al descubierto las contradicciones que aún existen en la comunidad unionista ante el proceso de paz en el norte de Irlanda. Los partidos protestantes se reúnen con los líderes lealistas por un lado, mientras castigan a los críticos de su gestión de esta crisis.

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Soledad GALIANA | DUBLÍN

A comienzos de esta semana, el líder del Partido Unionista del Ulster (PUP), Billy Hutchinson, quien fuera portavoz del grupo paramilitar lealista UVF ante la Comisión de Decomiso, apuntó que una de las cuestiones pendientes del proceso de paz es el trabajo de reconciliación a pie de calle. Las protestas le han servido al PUP para mantener una reunión con los líderes del DUP (del primer ministro norirlandés, Peter Robinson) y el UUP (de Mike Nesbitt) con el fin de encontrar una salida a estos incidentes.

En el pasado, Hutchinson y sus compañeros de partido habían advertido de que lo que llaman el «unionismo oficial» se había distanciado de la comunidad, generando un sentimiento de alienación y de exclusión de la nueva situación política norirlandesa, y citó los incidentes de los últimos días como una expresión de ese sentimiento, exacerbado por una campaña lanzada por el UUP y el DUP.

Mediante la distribución de 40.000 folletos, antes de la votación de los concejales de Belfast, se cuestionaba y ya se cargaba la responsabilidad sobre Alliance Party, cuyos votos eran necesarios para sacar adelante la moción presentada por los partidos nacionalistas Sinn Féin y SDLP que pedía la retirada total de la bandera británica del Ayuntamiento.

Alliance introdujo una enmienda que permitirá la presencia de dicha bandera en festividades oficiales británicas, pero ello no fue suficiente para calmar los ánimos de los unionistas.

Las contradicciones en la comunidad política unionista es evidente incluso en el seno de los partidos. Los llamamientos a la calma y al final de la protestas se mezclan acusaciones y recriminaciones contra Alliance Party de claro interés partidista.

Llamada al orden

Tanto es así que el UUP ha decidido llamar al orden a uno de sus diputados, Basil McCrea, que criticó la decisión de su propio partido y del también unionista DUP de discutir la cuestión de la presencia de la Union Jack en la Comisión de la Asamblea del parlamento de Stormont con la intención de aumentar el número de días que la bandera británica es izada en la sede del Gobierno norirlandés.

El líder del UUP acusó a McCrea de causar «un daño inmenso» al partido y decidió expulsarle del grupo parlamen- tario. McCrea denunció las manifestaciones, ya que «las imágenes negativas distribuidas en todo el mundo están destruyendo el empleo, los negocios y nuestras perspectivas de paz y prosperidad».

Este diputado unionista ya había expresado su desacuerdo con las declaraciones de su partido en relación a este tema y, sobre todo, con su participación en la distribución de los 40.000 folletos antes de la votación en el Ayuntamiento de Belfast.

Vergüenza

Veintinueve policías han resultado heridos y varias oficinas de representantes de Alliance y SDLP han sufrido daños en una semana de protestas que, según dijo la delegada del Gobierno británico en el norte de Irlanda, Teresa Villiers, ante los diputados del Parlamento de Londres, «avergüenza» a la bandera que dicen defender.

«No puedes distribuir 40.000 folletos con una fotografía del Ayuntamiento con la bandera y otra foto sin la bandera con los colores de Alliance, decir que `esta gente es responsable' y no esperar una reacción», denunció McCrea, que apuntó a que una situación similar en el Ayuntamiento de Lisburn en 2006 no causó ningún problema, mientras que la intervención unionista en Belfast, ha provocado una reacción «muy predecible y muy lamentable y que no puede ser tolerada».

Los disturbios, que se iniciaron al hacerse pública la decisión del Ayuntamiento de Belfast el pasado lunes 3 de diciem- bre, se han centraron en ataques a las sedes y los políticos de Alliance Party. El incidente más grave se produjo el lunes, cuando un grupo de lealistas atacó un vehículo de la Policía, que custodiaba la oficina de la diputada de Alliance Naomi Long, arrojando un artefacto incendiario en el interior del coche en el que aún se encontraba una agente, que consiguió salir y resultó ilesa.

Destrucción

El diputado unionista Basil McCrea denunció que estas las protestas están ofreciendo en todo el mundo una «imagen negativa» que está destruyendo el empleo, los negocios y las perspectivas de paz y prosperidad.

ataques

Los últimos disturbios han dejado un saldo de 29 policías norirlandeses heridos y varias oficinas de representantes políticos de Alliance Party y SDLP atacadas.

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