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Empate con sabor amargo

Un minuto y un rival de más

Un penalti inexistente en el último suspiro impidió a Osasuna reencontrarse con el triunfo. El equipo rojillo fue superior en el primer tiempo, pero esperó a que se le complicasen las cosas por la expulsión de Armenteros para tomar ventaja por medio de Kike Sola.

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GETAFE 1

OSASUNA 1

Amaia U. LASAGABASTER

Un minuto y un rival. Es lo único que impidió a Osasuna reencontrarse con el triunfo. El problema es que el rival iba vestido de linier. Corto de vista, para más señas, o con una imaginación desbordante. Capaz, con el tiempo reglamentario recién cumplido, de convertir en mano el glúteo de Oier Sanjurjo y privar de final feliz, y merecido, la buena película que había protagonizado Osasuna en el Alfonso Pérez hasta ese momento.

Un film que ya había tenido todo lo necesario. Planteamiento, con el equipo rojillo tan concentrado y bien puesto como requería su técnico la víspera; nudo, con el susto correspondiente a cargo del Getafe y, sobre todo, la expulsión de Armenteros a apenas un cuarto de hora del final; y desenlace, con Kike Sola en el papel de héroe gracias a un gol de tres puntos. Un final feliz al más puro estilo Disney al que, ya se sabe, no todo el mundo es aficionado. Los hay que prefieren las películas de terror, con su inevitable susto final para incomodar la vuelta a casa y el sueño nocturno. Quiso la suerte, la mala, que uno de ellos ejerciera ayer de linier en Getafe.

La sensación de injusticia con la que regresa Osasuna a Iruñea es, así, doble. Porque su trabajo mereció una recompensa mayor y, sobre todo, porque ni siquiera fue un lance del juego como tal el que lo evitó. Queda el consuelo, que de algo debe servir, de comprobar que, tal y como había señalado José Luis Mendilibar la víspera, el doble tropiezo frente al Valencia, pese a molesto, no ha afectado en exceso al equipo. Tal y como también requería el zaldibartarra, los rojillos saltaron al despoblado y gélido estado madrileño con la concentración en máximos y las ideas bien claras. No hubo sorpresas esta vez y, con un once similar al que derrotó al Rayo hace dos semanas -con la entrada de Puñal, entonces lesionado, por Oier y de Nino por Sisi-, Osasuna cuajó un primer tiempo al que solo le faltó el gol para ser perfecto. Bien posicionado, muy presionante, revoltoso arriba, el cuadro iruindarra incomodó muchísimo a su rival que, forzado a recurrir a los balones en largo, solo fue capaz de rematar un balón -¡aunque vaya balón!- entre los tres palos en toda la primera parte.

Antes de que llegara ese susto mayúsculo, todas las ocasiones habían llevado firma navarra. Con Nino, Armenteros y Cejudo cambiando de posición y Sola cambiando a bandas, a la zaga azulona le costó tapar huecos, lo que posibilitó remates de Nino, Nano, Armenteros y Sola que bien pudieron acabar en la red. Aunque no lo hicieron y a punto estuvo de lamentarlo Osasuna en el último suspiro, cuando Álvaro, en fuera de juego, se plantaba en el área para driblar a Andrés. Arribas, bajo palos, evitó el disgusto.

Sin sobresaltos

Cambió ligeramente el tono tras el descanso. El Getafe regresó al terreno de juego algo más espabilado y, pese a que los rojillos supieron mantenerse lo suficientemente firmes para minimizar el sufrimiento, el robo de balones en la parcela local y, como consecuencia, las llegadas con peligro a las inmediaciones de Moyá, también cayeron en picado. El registro ofensivo de Osasuna apenas pasó de un duro lanzamiento de Nino desde la frontal que obligó a lucirse al cancerbero local.

Empezaron a caer los minutos, a apelotonarse el partido, y todo parecía indicar que Osasuna iba a tener que conformarse con cumplir el primero de los objetivos con los que había viajado a Getafe, mantener su puerta inmaculada. Qué decir cuando, a un cuarto de hora del final, Teixeira Vitienes mostró la roja a Armenteros. Lo cierto es que el argentino hizo méritos, con una entrada muy fuera de tono sobre Varela, pero también hubo motivo para la queja porque en la acción previa Sola se había llevado un buen golpe que quedó sin sanción.

Cielo e infierno

Así de curioso es a veces el fútbol que, cuando la familia rojilla se resignaba a sufrir para defender un punto que sabía a gloria, Kike Sola apareció para recibir un servicio de Nino, sortear a Abraham, batir a Moyá por bajo y firmar un gol que, como el de hace dos semanas, debía haber valido tres puntos.

Pero así de injusto es a veces el fútbol que, cuando los siete minutos que separaban a Osasuna de un triunfo absolutamente merecido llegaban a su fin, un aspirante a guionista de Wes Craven reclamó su cuota de protagonismo.

Oier se echó al césped para evitar un centro de Varela, el esférico le dio en el glúteo, el linier vio mano y el árbitro no le llevó la contraria. Diego Castro lo transformó y Osasuna vio cómo volaban dos puntos que le habrían acercado a la zona templada de la clasificación y casi le habrían asegurado unas Navidades tranquilas. Ahora le toca resignarse y preparar la visita del Granada con la tranquilidad de saberse todavía en la buena línea, pero con la necesidad de sumar los tres puntos para disfrutar las vacaciones sin excesivas preocupaciones.

 

«Hemos sido mucho mejores, pero en estas situaciones no hay nada que hacer»

«Muy fastidiados», reconoció José Luis Mendilibar, aunque probablemente las palabras que le vinieran a la cabeza fueran bastante más gruesas. Y es que el técnico de Osasuna, como sus jugadores, era muy consciente de que le habían birlado dos puntos. No es de extrañar que buena parte de su comparecencia tras el encuentro girase en torno al penalti, al no-penalti, que permitió empatar al Getafe.

«Tardan, pitan... Creo que ni ellos lo tenían claro, han tardado mucho en pitar el penalti. Eso genera dudas», se lamentaba Mendilibar, que extendía sus quejas a otras acciones del encuentro. «Casi nos pasa lo mismo al final del primer tiempo con un fuera de juego clarísimo que no han pitado -en referencia al remate de Álvaro que Arribas despejó sobre la misma línea de gol- y casi se nos queda cara de tontos con la primera parte que habíamos hecho. Entre medias nos expulsan a Armenteros y al final... Alguna vez tenía que aprovecharlo el contrario y lo ha aprovechado».

Insistía Mendilibar en que el colegiado no acertó «en las decisiones, con la duda de que el penalti tarda mucho en pitarlo. Si tarda tanto, es que no lo tenía muy claro. No sé si le tienen que sancionar o no, no sé el reglamento de los árbitros. Nosotros no sabemos cuándo es penalti o cuándo no, como para saber si se manda a la nevera a un árbitro. Ha sido un error garrafal, es normal que los jugadores se hayan ido con mala leche».

Un sentimiento de frustración que Mendilibar quiso aliviar recordando la buena actuación de los suyos. «Los jugadores están fastidiados porque han trabajado bien y creo que han sido mejores que el Getafe y que han merecido absolutamente la victoria. Y eso les tenemos que decir, que lo han hecho muy bien, con balón, sin balón..., que han trabajado, han hecho ocasiones, que han sido mucho mejores que el contrario, pero que en estas situaciones no tenemos nada que hacer», lamentó.

Resignado se mostraba también el protagonista involuntario de la acción. Oier Sanjurjo explicaba que «me he tirado con todo para evitar ese centro y ya está. He cortado el balón, me he levantado, le he dado el pase a Damià. Ha levantado el banderín el linier y he pensado de todo menos penalti. Pero esto es fútbol, a veces nos dan y otras nos quitan y hoy ha tocado que nos quiten».

Luis García Plaza, por su parte, aseguró que «si lo han pitado es porque es penalti. Pero porque lo han pitado. No enjuicio a los árbitros», aseguró, para reconocer que «este ha sido el partido más flojo de los cinco que llevamos sin perder».

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