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Jon Iñarritu | Miembro de Aralar y diputado de Amaiur

El premio Nobel de la Paz, Unión Europea y Euskal Herria

 

Esta semana, la Unión Europea (UE) ha sido galardonada con el Nobel de la Paz de 2012. Una decisión que si bien ha despertado controversias, es innegable que tiene factores favorables. Por un lado, la consolidación de la paz, democracia y convivencia en estos 60 años era impensable en la Europa surgida tras el horror de la II Guerra Mundial. Por otro lado, es reseñable el papel desempeñado por la UE en la resolución y consolidación de con- flictos, tanto clásicos como asimétricos en el exterior, como en el interior. Entre los que destacan la Misión de Observación en Georgia, Eulex en Kosovo, miembro del Cuarteto para Oriente Medio, las 23 operaciones civiles y militares desarrolladas, o su participación en el proceso de paz norirlandés (Programa Peace). Por ello, es posible afirmar que en el siglo XXI la UE es actor principal en los procesos de paz y seguridad. No en vano en el Tratado de la UE (art.3) se declara que la Unión tiene como finalidad promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos.

Pero siendo así, seguramente, más de uno se preguntará por qué la Unión no se ha implicado en el conflicto vasco. La realidad es que los diferentes gobiernos españoles lo han impedido activamente. El mismo Aznar en su reciente libro «Memorias I», en relación a las negociaciones con ETA hace una década, afirma: «teníamos claro que íbamos a rechazar cualquier intento de internacionalizar la tregua; es decir, no íbamos a aceptar ninguna injerencia de los siempre dispuestos mediadores internacionales que solo sirven para dar pábulo a la patraña sobre el conflic- to vasco y para colocar a España bajo presión». En la reunión de hace escasas semanas con la Comisaria europea Malmström, una diputada popular afirmó lo mismo: «no queremos la mediación ni participación internacional». No obstante, lo más desolador es que los representantes de la UE, por no disgustar a España repiten lo mismo: «es un asunto interno». Bien pero, ¿no somos los vascos ciudadanos europeos?; ¿no es el País Vasco territorio europeo?; ¿es que no se ha producido violencia en dos Estados miembros? Se diga lo que se diga el caso vasco es un asunto interno de la Unión Europea, de hecho es el último conflicto que tiene pendiente de resolver.

Pasado un año de la Conferencia de Aiete y del anuncio de ETA del cese de su violencia, qué duda cabe que la sociedad vasca se encuentra en una mejor situación. La ciudadanía vasca en su conjunto ha trabajado tenazmente para abrir este nuevo escenario y en este momento, es cuando hace falta consolidar la paz resolviendo las consecuencias técnicas del conflicto como dictan la lógica, la mayoría social vasca y el 2º punto de la Conferencia de Aiete. En cambio, las autoridades españolas y francesas han decidido hacer oídos sordos a esta demanda y con ello eludir su responsabilidad.

El Reino de España actúa como si nada hubiera cambiado, sigue con los esquemas del pasado: detenciones, amenazas y legislación y medidas de excepción. El ministro de Interior recientemente afirmó: «Lo que pasa es que el Gobierno ni ha negociado, ni negocia ni va a negociar con una organización terrorista. Lo hemos dejado muy claro desde el principio y eso es lo que hay. El Gobierno no va a negociar nunca con ETA porque si inicias una negociación es porque entiendes que tu interlocutor tiene razones, y una organización terrorista no tiene ninguna razón». Declaraciones realizadas con aplomo, que no resultarían ridículas si no tuviéramos en cuenta: 1. El anterior Gobierno del PP negoció con ETA; 2. El Ejecutivo español ha saludado y mostrado su apoyo al Gobierno colombiano por el diálogo con las FARC; 3. El secretario de Estado de Asuntos Exteriores del Gobierno ha afirmado que España (al igual que otros países europeos) mantiene un diálogo aunque sea de forma indirecta con el movimiento fundamentalista Hamas, declarada como organización Terrorista por la UE; y 4. España, el pasado verano, negoció y pagó un rescate a la organización yihadista MUJAO con el objetivo de liberar a dos cooperantes en Mali, hecho sobre el que el ministro de Exteriores sentenció: «En estos temas el Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer».

Como vemos, el Gobierno actúa con responsabilidad en otros asuntos, incluso lejanos, pero se niega a una negociación técnica con una organización que ha renunciado a la violencia. Lo cierto a día de hoy es que el PP se encuentra en una situación difícil a la hora de actuar según los estándares internacionales de resolución de conflictos, debido a la presión de diferentes lobbies, unos internos y otros creados e inflados en su día por el mismo PP. Por ello es difícil imaginar a corto plazo una negociación, al menos directa, entre ETA y el Gobierno español. Lo que no les excusa para seguir anclados en su inmovilismo.

Por su parte, la República Francesa actúa como si el asunto no le concerniera, c'est un problème espagnol, negando la evidencia de que parte de Euskal Herria se encuentre en su territorio y, por ende, la historia de la violencia de este país está intrínsecamente ligada tanto a su territorio Pays Basque como al resto de la República. ¿No le incumbe a Francia el asunto?

Ante la actual situación de bloqueo de una de las partes y el deseo de la sociedad vasca de consolidar el escenario de paz abierto en Euskal Herria, una representación del Acuerdo de Gernika nos dirigimos el pasado martes a Estrasburgo, con el fin de solicitar a las instituciones de la UE su participación en la resolución de este «asunto europeo»; incluso a pesar de la actitud inmovilista de los dos estados. Como ciudadanos europeos reclamamos a la UE, ante esta situa- ción de impasse de la fase resolutiva, que ejerza el papel que le corresponde como nobel y agente de paz, ya que creemos que puede ser crucial.

Eso sí, esto no es óbice para recordar que hasta ahora los mayores avances en la normalización y pacificación han procedido de la unilateralidad. Por lo que todo nuevo paso en la unilateralidad será clave, ya que además de ser recibido con satisfacción por la ciudadanía vasca, dejará en evidencia las medidas del pasado y forzará a que se modifiquen. Es hora de establecer un futuro de paz estable y duradera en Euskal Herria y en Europa.

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