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COPA El Eibar, en octavos de final

Chasco a la altura de la proeza

El Málaga llegará con ventaja a la Rosaleda tras empatar en el descuento un partido disputadísimo.

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EIBAR 1

MÁLAGA 1

Amaia U. LASAGABASTER

Veinte minutos. En tan poco tiempo se puede llegar del cielo al infierno. O al menos es lo que necesitó anoche el Eibar, que abrió una puerta a la proeza con el gol de Añibarro para sufrir un chasco monumental en el descuento con un gol del Málaga que deja la eliminatoria de cara para los andaluces.

Sensación doblemente dolorosa para el cuadro azulgrana porque, pese a lo disputadísimo del encuentro, volvió a ser mejor que su rival a base de esfuerzo, ambición y, sí, también juego. Pero un error, uno de los pocos que cometió, echó por tierra la ilusión que había ido alimentando la familia armera a lo largo de los noventa minutos del duro encuentro. Hora y media de disfrute... a la eibarresa. Porque los hombres de Gaizka Garitano hicieron exactamente lo que les había reclamado la víspera su técnico y que ya les había conducido al éxito frente al Athletic. No tomarse la cita como una recompensa, sino ofrecer lo mejor de sí mismos para optar a un premio aún mayor. Y vaya si lo hicieron. Tanto como para que el Málaga celebrara como un triunfo su apurado empate ante un rival que milita dos peldaños por debajo.

Cierto es que Manuel Pellegrini saltó a Ipurua con sus meritorios. Pero es que también lo hizo el Eibar, al que la acumulación de esfuerzos de las últimas semanas ha pasado forzosa factura. Esta vez sí hubo revolución en el once de Garitano, que se decantó por los futbolistas con menos minutos en las piernas, lo que incluyó el debut oficial de Jon Altamira.

Fue, tal y como se esperaba, un partido de lucha. Bajó al barro, y nunca mejor dicho, el Eibar y también lo hizo, sin excesivas reticencias, su rival. Un Málaga al que la intención de llevar la voz cantante apenas le duró unos minutos. Los armeros no tardaron demasiado en ejercer de anfitriones, aunque posesión e iniciativa no fueron suficientes para decantar un primer tiempo en el que las ocasiones no fueron ni claras, ni numerosas, con ambos equipos más acertados a la hora de defender su portería que de buscar la rival. Sí fue el Eibar, aunque lamentablemente sirva para poco más que alimentar el orgullo, ganador a los puntos. Un derechazo de Diego Jiménez, una incorporación de Capa, un cabezazo de Raúl Navas, una volea de Jito o un duro disparo de Aketxe mantuvieron, pese a lo inamovible del marcador, encendida la llama de la esperanza.

Y así se mantuvo durante un segundo tiempo similar, en el que el Málaga tampoco dio apenas señales de vida de medio campo hacia adelante.

El capitán libera la espita

Todo cambió a un cuarto de hora del final. Casualmente, o no, el Eibar se encontraba ya con buena parte de su columna vertebral sobre el césped tras los cambios de Garitano. El público, tan consciente como técnico y futbolistas de que jugársela en La Rosaleda suponía una apuesta excesiva, apretó desde la grada. Algo se percibía en el ambiente. Y el capitán, quién mejor, liberó la espita. Botó Bingen una falta desde la derecha, para que Añibarro rompiera la línea de la zaga blanquiazul, metiendo la punta de la bota y firmando un tanto que sabía a historia.

Todo Eibar explotaba. Al Málaga le tocó cambiar de marcha. Y a la grada comerse las uñas, consciente de lo efímera que puede ser la alegría con una ventaja tan escasa. Pero los minutos caían y el sufrimiento se evitaba. Hasta que llegó el 93, el último. Y la jugada a la que Jon Altamira habrá dado vueltas toda la noche. Una falta desesperada a la olla, salida en falso del guardameta vizcaino y la cabeza de Sergio Sánchez dando un portazo al sueño azulgrana.

Al menos hasta que el próximo ocho de enero, el Eibar vuelva a saltar al césped a disfrutar como sabe.

Gaizka Garitano: «Esto no se ha acabado»

Dolido y orgulloso, así acabó el encuentro Gaizka Garitano, que advierte que «esto no ha acabado».

«Hemos tenido el partido controlado en todo momento -explicó-. En el primer tiempo hemos sido mejores, ellos no han tenido ninguna ocasión. En la segunda se ha igualado más». Lo cierto es que fue «una pena no ganar porque hemos estado cerca y porque lo hemos merecido. Si el Málaga dice que el empate es justo -así lo había asegurado Manuel Pellegrini- es la hostia. Si alguien ha estado cerca de llevarse la victoria hemos sido nosotros», subrayó el técnico, que sigue viendo «posibilidades. Pocas, pero no las regalamos». A.U.L.

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