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Mikel INSAUSTI I Crítico cinematográfico

Charlton Heston, que estás en los infiernos

 

Cada vez que hay una matanza en los Estados Unidos y se vuelve a hablar del control de armas, no puedo evitar cuestionarme sobre la responsabilidad subsidiaria achacable al cine. No vale de nada esquivarla, porque la figura de Charlton Heston al frente de la Asociación del Rifle ya se ha encargado de sobredimensionar el apoyo de Hollywood a la tradición violenta de los pioneros con sus westerns, policiacos y películas bélicas.

Sé muy bien que la posible mala influencia cinematográfica no atañe directamente a los jóvenes que cometen las masacres, sino a sus padres y educadores, que son los que se nutrieron de aquellas películas. Los psicópatas que cogen su fusil de asalto han nacido y crecido con internet, así que forman parte de una generación más virtual que otra cosa.

La prueba de que el cine actual no tiene incidencia alguna sobre sus actos está en que el número de matanzas estudiantiles va en aumento. De nada ha servido que Michael Moore realizara en su momento el documental «Bowling for Columbine», o que Gus Van Sant se inspirara en el mismo caso para su ficción de «Elephant». También parece haber caído en saco roto el reciente debate suscitado por la realizadora escocesa Lynne Ramsay en «Tenemos que hablar de Kevin».

El problema radica seguramente en que no se trata de hablar de Kevin, sino de hablar directamente con Kevin antes de que cometa una locura. En eso y en no tomarse en serio las películas más apologéticas del abuelo Heston, que era un condenado batallitas.

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