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Gloria LATASA | gloriameteo@hotmail.com

Hueco perfecto

 

Si estás siendo capaz de leer estas líneas es porque el papel en el que están impresas tiene un albedo elevado, entre el 65 y el 75 por ciento; sin embargo, el albedo de las letras que componen el texto es más débil y por eso resaltan.

Cada superficie, cada objeto, tiene un albedo diferente. El de la nieve fresca está entre un 75% y un 95%, el de las nubes entre un 60% y un 90%, el de los vestidos claros en un 80%, el de la arena seca entre un 30 y un 45%, el de las hojas en otoño en un 35%.

A estas alturas, con toda seguridad, te estarás preguntando que es eso del albedo. De toda la cantidad de luz solar que recibe un objeto, una parte es reflejada (devuelta, irradiada...) hacia la atmósfera y el resto es transformado en calor. Albedo, del latín albus (blancura, claridad) es como se denomina a esa parte de la energía «expulsada».

De hecho, si podemos ver todo lo que nos rodea es porque todas las superficies reflejan una parte de la luz que incide sobre ellas. Un reflejo que podemos evaluar a simple vista por la sencilla razón de que es elevado en los objetos de color claro y es menor en los objetos oscuros.

Esas diferencias en la proporción de energía reflejada pueden permitirnos llegar a ver cosas tan delicadas como una hoja oscura, que el viento ha colocado sobre la nieve, hundida entre los copos.

Un detalle a tan pequeña escala es posible porque la hoja devuelve a la atmósfera una cantidad de energía mucho menor. Es decir, que va a conseguir calentarse más que la nieve de alrededor.

El calor de más que la hoja consigue, por su poco espesor, se va a ir transmitiendo a la nieve que hay debajo. Esa nieve subyacente comienza a fundirse y la hoja se va hundiendo en un hueco perfecto que dibuja fielmente sus formas.

Si en vez de una hoja hubiera una piedra podría ocurrir lo contrario. La nieve subyacente, protegida por el canto (que por su grosor no se calienta por debajo) y aislada de cualquier fuente de calor (del sol, del aire...), se fundiría más lentamente que la del entorno, pudiendo hasta quedar un tiempo en resalte.

 

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