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Beñat ZARRABEITIA | Periodista y socio del Athletic

Talento sin frontera

 

 

El Athletic ha confirmado la definitiva incorporación de Aymeric Laporte al primer equipo. El defensa procedente del Aviron de Baiona debutó en Israel y el sábado cumplió con nota la difícil papeleta de estrenarse como titular en Liga en un partido de gran trascendencia.

Se han escuchado voces advirtiendo de lo precipitado de su ascenso, de las condiciones de su entorno para ampliar su contrato, del mensaje que le quiere enviar el club a Amorebieta o incluso de su llegada a Lezama. Lo cierto e importante es que Laporte ha dado el nivel sobre el verde y ahora se enfrenta al reto de mantenerse y dar el nivel que se espera de él en Lezama. Su padre charlaba el martes, entre lágrimas de emoción, con los periodistas en la factoría rojiblanca, incapaz de ocultar la satisfacción por ver a su hijo en el primer equipo. Y es que precisamente Lionel Laporte es una de las claves de esta historia, ya que fue él quien se trasladó en su día a trabajar a Baiona. Ahora, de vuelta en Agen, cuenta con otro puesto de frutas y verduras en el mercado de la localidad de Aquitania.

Un fenómeno sociológico que ya ha vivido antes el Athletic con los casos de Valverde, Ferreira, Núñez Carapeto o Luis Fernando. No son pocos los casos de jugadores pertenecientes a familiares de inmigrantes que vinieron a nuestro país en busca de una vida mejor. Sin embargo, llama poderosamente la atención que en este caso algunos medios subrayen su nacimiento en Agen o pongan en solfa las explicaciones dadas por el club. Más aún cuando algunos de esos medios fueron los que en su día hicieron hincapié en fichar a David López -hijo de una navarra de Mendabia que se marchó a Logroño-, por ejemplo. El acento crítico lo pusieron con Lizarazu o el interés surgido en Franck Histilloles en su día -labortano nacido en la frontera de Lorena con Alemania-, y ahora lo hacen con Aymeric. En otros casos similares, pero procedentes del Estado español, en cambio, han apostado por amplificarlos mediáticamente y en un tono siempre positivo.

Sin embargo, es normal que esto suceda, la presencia de Laporte en el terreno de juego, además de un plus para el club debido a su evidente potencial, pone en evidencia una realidad y es la existencia de una realidad común existente a ambos lados del Bidasoa. Un pequeño país en el que las personas llegan y se mueven por motivos laborales, sea en el mercado de frutas de Baiona o en la Papelera de Durango, como en cualquier otra parte del mundo.

Un país que existe y donde los niños y niñas juegan al fútbol en Funes, Somorrostro, Mutriku, Baiona o Biasteri. Que Laporte juegue en el Athletic o en la selección de Euskal Herria es igual de normal a que Lukaku lo haga con Bélgica, Behrami con Suiza, Sterling con Inglaterra, Arnautovic con Austria, Klose con Alemania o Tiago con España. Y se podrían poner mil ejemplos más en otros muchos deportes.

Lo importante es que Aymeric Laporte es jugador del primer equipo y cuenta con un futuro prometedor. Necesita nuevas motivaciones, puede que no haya desarrollado todo su nivel en el fútbol de bronce, pero no cabe olvidar que su máximo lo debe dar en Primera. Suerte al futbolista y confianza, sus éxitos serán los del Athletic. Y, de paso, al igual que lo fue en su día el paso de Ruffier al Mónaco, un espaldarazo al trabajo del Aviron.

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