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La vanguardia | Quim Monzó 2012/12/20

La dignidad de la institución

A la presidenta Núria de Gispert no le gusta cómo visten los diputados de la CUP cuando van al Parlament. «La dignidad de la institución requiere una formalidad diferente», declaró a Catalunya Ràdio el otro día, tras dejar claro que, personalmente, no le molesta esa forma de vestir, pero que en el Parlament hay que guardar las formas. (...)

Los años pasan y, a base de años, los lustros. A los votantes de la CUP les gusta que sus diputados vayan como van porque consideran que es un gesto provocativo, una bofetada a ese establishment donde a menudo los grandes delincuentes van con traje hecho a medida, camisa de lino-algodón y corbata Hermès. En otros siglos los diputados vestían camisas con puñetas y grandes pelucones. Y, cuando nuevas generaciones de diputados empezaron a ir sin todos esos adornos, también debió de haber gente que lo consideraba una afrenta. (...) un código de vestimenta parlamentario no haría sino aumentar la carga simbólica de esa forma de vestir, coherente con lo que la CUP vende. Por eso tiene lógica que vayan así (...). Más o menos todos hacen lo que pueden y creen conveniente, señora Gispert. Hay quien, por ejemplo, considera que el hecho de que toda una presidenta del Parlament hable un nivel de lengua penoso es un atentado a «la dignidad de la institución» que no se permitiría en ningún otro país. Ya ve usted cómo es la gente.

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