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ETB da el mensaje... y la espalda a la sociedad

El director general de EITB, Alberto Surio, termina su mandato de igual forma que lo empezó: dando la espalda a la realidad social de su tiempo, desvinculándose de los hechos y los procesos políticos que marcan el devenir de este país. Su decisión de programar en ETB el mensaje de Navidad del rey español es el enésimo recordatorio de ello. Haciendo caso omiso del veredicto popular de las urnas, de un Parlamento con todas las fuerzas representadas -a diferencia del que lo eligió-, muy mayoritariamente abertzale, ha tomado una decisión que lo retrata. Parapetado en su derecho a programar lo que esté de acuerdo con sus propios criterios y en la defensa del derecho de los telespectadores a verlo y juzgarlo en libertad, en nombre del «respeto institucional», ha decidido que la palabra del monarca se difunda a través de un ente público vasco al que se le supone la función de ser un reflejo auténtico de esta sociedad.

Surio ha mostrado «respeto» a la opinión abertzale mayoritaria aunque lo subordina a la autonomía de su decisión. Pero emitir el mensaje del rey español no es una simple decisión, inocua y aséptica. De ello son conscientes quiénes la han tomado. La intencionalidad política es nítida y constituye un acto de prepotencia manifiesta en tanto que choca con la voluntad mayoritaria y las aspiraciones del país. Como epílogo, es muy revelador de lo que ha sido EITB durante su gestión.

En Euskal Herria, el rey español no es una figura irrelevante y decorativa, que no tiene poder ni influencia. Al margen de representar una institución -la monarquía- antidemocrática, basada en el privilegio y el patronazgo, un anacronismo que debería ser abolido, es el jefe de un Estado que no solo no reconoce a este pueblo, sino que lo oprime, trata de humillarlo y de llevarlo al abismo económico y cultural. Pretender hacer de la presencia del rey español en las pantallas de ETB algo normalizado que es parte del paisaje es algo hiriente en tanto que no respeta el sentir social ampliamente abertzale y republicano. Éste es un país de ciudadanas y ciudadanos, no de súbditos. Y la televisión pública debe ser su espejo real y el de sus aspiraciones.

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