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Koldo CAMPOS | Escritor

¡Y todo por un «hat-trick»!

 

Cuando Pablo, un amigo irakasle, fue a recoger el acta de un partido de fútbol jugado entre niños de dos ikastolas, le llamó la atención cierta corrección en el resultado. Había sido una hermosa mañana y los niños se habían divertido pero, curiosamente, el juego en el que unos habían ganado a otros por 7-3, el acta lo registraba con un 7-4. Una mano furtiva había agregado un gol más al equipo derrotado, insuficiente en cualquier caso para cantar victoria.

Pronto se desveló el misterio, apenas lo que tardó en confesar el autor del gol fantasma.

Sí, fui yo, reconoció el padre de uno de los niños, pero es que a mi hijo, que hizo dos de los tres goles, le hacía mucha ilusión hacer un «hat-trick».

Y esa fue la razón de que el gol fantasma subiera al marcador y un Ronaldo en ciernes diera otro paso más hacia la gloria.

Hubo un fantasma en el partido, es cierto, pero no fue el gol. No quiero ni pensar si ese aprendiz de rey mago fue víctima de un repentino impulso sin más antecedentes, o si ya antes sus buenos oficios habían convertido a su alevín en el más valioso de la liga HH5 o en el balón de oro.

Sonrisas al margen, lo más amargo de esta historia es que no estoy hablando de una especie en vías de extinción y es por ello que ni al padre ni al pueblo voy a ponerles nombre, porque podrían ser cualquiera. Y lo van a seguir siendo mientras se nos enseñe a simular, no a ser; se nos instruya para que acumulemos, no para que compartamos; se nos entrene para que compitamos, no para que disfrutemos; se nos adiestre para el triunfo, no para la vida.

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