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Internacional

Futbolistas inmortalizados

El autor del gol del «Maracanazo» vuelve a caminar, mientras una nueva «Liga Soviética» cobra fuerza.

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Joseba VIVANCO

«Fue la primera vez en mi vida que escuché algo que no fuera ruido. Sentí el silencio». La frase que pasó a la historia la pronunció Alcides Ghiggia, el jugador uruguayo autor del decisivo gol en el `Maracanazo' que dejó a Brasil sin su entorchado mundial en 1950 ante casi 200.000 espectadores. El `Ñato', como le apodan sus amigos, ha comenzado a caminar estos días tras sufrir un grave accidente de tráfico el pasado 13 de junio. Cumplió 87 años el pasado sábado, es el único superviviente de aquella selección y encarna un ídolo viviente del fútbol charrúa, el mismo que hace unos años nos dejó otra frase `bíblica' cuando sentenció que «a Maracaná lo callaron tres personas, el Papa, Frank Sinatra y yo». Curiosamente, en aquel Mundial fue la única vez que vistió la celeste, al contrario que la azzurra italiana, que la enfundó varias veces tras jugar nueve temporadas en la Roma.

Ghiggia dejó un daño irreparable en el historial de la canarinha y algún `damnificado'. El principal, el portero brasileño que no pudo detener su tiro raso. «La pena máxima en Brasil es de 20 años. Yo estoy cumpliendo ya 44 años de condena», respondió Barbosa cuando se le prohibió hacer una visita de cortesía a los jugadores de la selección de Brasil, en una concentración antes del Mundial 94. «Un día, las personas verán que no fue mi culpa», dijo en otra ocasión el guardameta carioca condenado a perpetuidad y que solo se liberó de su condena tras su fallecimiento en el año 2000.

Al bueno de Barbosa le fue al revés que al gambeteador Neymar, que ha insistido en que seguirá en su Santos, sin descartar que algún día vuele a Europa. El veinteañero astro brasileño sigue en la cresta de la ola y cuenta ya con su propia marca y logotipo, `NJR'. Al chico -y padre, pues tuvo un hijo con 19 años; su novia tenía 17- que firmó en 2011 un contrato por 11 años con Nike o ha sido fichado por Panasonic a razón de 2,4 millones de dólares por dos años, le queda en cualquier caso mucho para ser leyenda y que una estatua en su homenaje salude a los hinchas de su club.

La tiene desde hace poco Thierry Henry ante el Emirates del Arsenal, honor que solo al gran capitán Tony Adams le cabía hasta entonces. Lo mismo que Juan Román Riquelme o Martín Palermo están esculpidos junto a la misma Bombonera de Boca, cómo no, al lado del gran Maradona. Recibió un homenaje similar Sir Alex Ferguson, que saludó su inmortalización con las palabras «la gente se muere antes de que le hagan una estatua, ¡así que estoy venciendo a la muerte!». Pero nada parecido a las tres estatuas erigidas en honor al irrepetible Brian Clough, o las dos en honor a Sir Bobby Robson. Futbolistas como Eusebio en el Estadio de la Luz del Benfica, Lev Yashin en el del Dinamo Moscú, Uwe Seeler en el del Hamburgo... pero nada comparable a la que en Bakú (Azerbaiyán) levantaron en recuerdo a un linier, Tofik Bakhramov, famoso en todo el mundo -e infame en Alemania- al dictaminar que el controvertidísimo remate de Geoff Hurst en la final de la Copa Mundial de 1966 había traspasado la línea de meta, lo que allanó el camino de Inglaterra hacia la gloria.

¿SuperLiga soviética?

Leyendas, héroes. Las ligas europeas -excepto la inglesa y su tradicional Boxing Day que se jugó ayer- han formalizado ya su habitual parón navideño. La que más tiempo lleva parada por el `General Invierno' es la rusa, con el CSKA Moscú al frente, seguido a dos puntos por el Anji. Pero la noticia allí es que la División de Honor de Fútbol de Rusia se plantea recuperar la liga soviética -al estilo del hockey hielo- iniciativa que ya ha recibido el respaldo de varias federaciones de la región, como la ucraniana, la bielorrusa y la armenia. El propio Anji Majachkalá ruso, el Dinamo Kiev ucraniano -club que más títulos logró en la desaparecida liga Soviética- y el BATÉ bielorruso ya han apoyado abiertamente la idea. La liga soviética, que incluía a varias repúblicas europeas y caucasianas y fue uno de los campeonatos más fuertes del continente, desapareció en 1991 coincidiendo con la desintegración de la URSS.

Fue en tiempos de Josef Stalin cuando el fútbol por aquellos lares se articuló con éxito. Un total de 15 repúblicas y un número variable de equipos que debían adscribirse a algún sector trabajador, a un sindicato, o a alguna organización estatal. Así, mientras el Lokomotiv nacía ligado al ferrocarril, el Torpedo lo hacía al sector automovilístico, el Spartak recibía su nombre del mítico esclavo Espartaco o el Shakhtar Donestk fundado con el nombre de Stajanovets, lo hacía en honor al minero Stajanov, Héroe del Trabajo Socialista. Y muchos Dinamos, término que respondía a la palabra `movimiento' en Grecia. Pero por encima de todo el CSKA, equipo del ejército, que con solo llamar a filas a un buen jugador, lo integraba en su primera plantilla.

El «Pelé ruso»

Fútbol soviético que nos dejó también héroes inmortalizados en veneradas estatuas. Figuras como la de Eduard Streltsov, el mejor jugador soviético con permiso de Yashin. Ligado desde los 16 años al Torpedo moscovita y distinguido por su esquisito pase de tacón, goleador, ganador, medallista. Pronto, sus aires de estrella, de Casanova y bebedor, su rechazo a la hija de una dirigente del Politburó y su negativa a fichar por los poderosos CSKA o Dinamo, le granjearon la enemistad de poderosos funcionarios del Estado. Días antes de acudir al Mundial sueco de 1958, fue invitado a una fiesta en casa de un general junto a otros compañeros. Al día siguiente, era recluido en un `gulag' siberiano acusado de violar a una joven. `Erik' se quedó sin su Mundial.

Poco antes de su muerte por un cáncer de garganta, en 1990, se reveló que todo había respondido a una trama y un castigo que altos responsables del estado, entre ellos el propio Nikita Kruschev, quisieron aplicarle. Recluido cinco años, volvió a jugar en un equipo amateur seguido por numeroso público, hasta que intentaron devolverle al ostracismo, cosa que ya no pudieron hacer por la oposición de la gente.

Cuando Kruschov fue reemplazado por Leonid Breznev al frente del Estado, este recibió miles de cartas firmadas pidiéndole que permitiera al 'Pelé ruso' regresar al fútbol profesional, cosa que volvió a hacer con su Torpedo a los 28 años, llevándole a ganar su segunda Liga y su primera Copa en 1968. Fue máximo goleador de Liga dos años y regresó a la selección. «Se hubiera convertido en el mejor jugador del mundo y hubiera sido más grande que Pelé», aventuró Anatoly Karpov, excampeón ajedrecista, que presidió un comité para limpiar la memoria de Streltsov, que cuenta con una estatua en el estadio del Torpedo y otra en el Luzhniki. A su muerte, una mujer depositó flores sobre su tumba: era Marina Lebedeva, la chica de 20 años que había sido víctima de una supuesta violación.

Probablemente nunca le llegue a la altura de su famoso tacón el irrecuperable Mario Balotelli, cuyo hermano ha sido detenido esta semana por una pelea, o el genial Zlatan Ibrahimovic, que ha ensombrecido a la anterior estrella parisina, el argentino Javier Pastore -que dice quiere irse al Milan-, quien estrelló a propósito su Audi contra la puerta del aparcamiento de los directivos del PSG porque él no puede estacionarlo allí y el sueco sí.

Rueda muy poco la pelota estos días, pero el fútbol sigue dando titulares. Mientras centenares de aficionados del Borussia Mönchengladbach participaron en la fructífera búsqueda de Bali, el perro puggle de su portero Ter Stegen, el otro Borussia, el de Dortmund, sorprendió a sus 530 empleados con una paga extra de 3.000 euros a cada uno por su contribución a los éxitos de este 2012. Entre tanto, la Premier League -donde Michu, del galés Swansea, es `pichichi' tras su gol del empate ante el United y tras el 8-0 del Chelsea al Aston Villa- festejó ayer con un carrusel de partidos su tradicional Boxing Day, día familiar del fútbol inglés, a excepción del derbi Arsenal-West Ham por la huelga del Metro londinense. Dios salve al fútbol.

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