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Raimundo Fitero

Buen año

Nos despedimos de un año en donde las botellas están a la vez medio llenas y medio vacías. Hablo metafóricamente, porque a mi alrededor pasan de estar llenas a estar vacías en un simple corte de jamón. Como todo, depende desde dónde mires, con qué ángulo, si la iluminación es la adecuada y, sobre todo, con qué intenciones hagas la medición. Estos resúmenes de año que nos abruman son un dechado de injusticias, siempre nos dejamos algo que merecía estar. Por lo tanto, el año que viene, cuando nos volvamos a leer, todo estará exactamente igual, pero inmersos en una cuesta de enero fuera de toda calificación.
Estragados con uvas y vinos espumosos de dudosa entidad, atrapados en especiales televisivos donde prima la música y el entretenimiento enlatado que nos abruman y nos remiten a la involución estética, abracemos la esperanza como un borracho a la farola.

En estas últimas bocanadas del año fenecido, nos van maltratando con declaraciones, entrevistas y mensajes. Todo es ritual. Todo es banal. Y de repente encontramos una relación espacio-temporal entre fútbol y política, y casi a la vez, mientras los muchachos de la selección vasca de fútbol goleaban a la selección boliviana, el presidente de Bolivia, Evo Morales, emprendía un acto de reparación y justicia: nacionalizar parte de la red eléctrica, en manos de Iberdrola. Sin aspavientos, poco a poco, con argumentaciones y un plan bien meditado y concebido, la dignidad de un país expoliado se va recuperando, al retomar la dirección de sus energías estratégicas. Compensarán o no, económicamente, pero el control en manos del pueblo boliviano. Un buen camino.

Si este año que se va ha sido políticamente importante, si ha cambiado de manera rotunda la vida social de Euskal Herria a través de los resultados electorales, nos queda el gran reto, la vuelta a casa de los presos para ir cerrando esa herida que todavía no ha cicatrizado, y que debe hacerlo sin que queden posibilidades de infección. Entre todos se logrará. No hay otra solución que, además de empezar alguna colección de las que nos anuncian por la tele, nos regalemos toneladas de paciencia. Por cierto el año nuevo cae en martes y trece.

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