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Iñaki Urrestarazu I Economista

Estrategia del terror de EEUU y sus aliados (II)

Tuvieron mucha prisa en que se celebraran las elecciones y ahora para que se celebrara el referéndum, sin tener en cuenta para nada las reclamaciones de los sectores de izquierda, liberales y laicos

Egipto, con su gran peso político, económico, cultural y demográfico, ha sido para los intereses israelo-norteamericanos, con Mubarak y ya desde los tiempos de Sadat y en ruptura con Nasser, un muro de contención y defensa de Israel frente a los árabes, una garantía de impunidad de los desmanes israelíes contra palestinos y árabes, un elemento de disolución de la identidad árabe y del espíritu panarabista fomentados entre otros por Nasser y tan odiados por Israel, y ha sido, asimismo, un bastión del imperialismo, con un ejército bien provisto pero sumiso, convertido en parte integrante de una agradecida burguesía, que tuvo la ocasión de enriquecerse a placer a costa de la miseria más descarnada de millones y millones de egipcios.

El hartazgo de las clases populares egipcias sometidas y explotadas, viendo que sus condiciones de vida se agravaban con la crisis y las medidas económicas de las instituciones internacionales del capital, tuvo que estallar y estalló, se enfrentó a Mubarak y su sistema y lo derribó, denunciando y enfrentándose asimismo a las múltiples maniobras del poder tendentes a calmar y confundir a las masas. Da la impresión de que todo este movimiento cogió al poder del capital a contrapié. Pero el Ejército y su padrino, los EEUU, reaccionaron rápido. Tras el fracaso del intento de reconducir directamente el proceso, encontraron un aliado perfecto, el islamismo político de los Hermanos Musulmanes. Así, todo el proceso constituyente egipcio ha estado montado desde el principio, para lograr una consolidación rápida, con prisas, del poder del Ejército y sus nuevos aliados, los Hermanos Musulmanes (los objetivos, ritmos y contenidos del proceso han sido básicamente pactados, aunque haya habido ciertas tensiones por el camino -destitución de Tantawi, del fiscal general, asunción de todos los pode- res en un momento dado por Mursi- que no han supuesto ninguna ruptura).

La cuestión central era intentar marginalizar progresivamente a las clases populares, los jóvenes trabajadores y parados radicalizados, sindicatos obreros, movimientos, etc. que son los que provocaron la caída del régimen, para que sus luchas se paralicen, y no tengan tiempo de organizarse, de llegar a las masas y de debatir con ellas. Y es que de hecho, representan intereses contrarios a los del poder, están ligados, grosso modo, al laicismo, a las exigencias de participación, de democratización profunda de la sociedad (no solo a nivel electoral) y de las costumbres, la ruptura con las políticas económicas y sociales «neoliberales», la eliminación de las desigualdades y la adopción de una política soberana, panárabe, antiimperialista, antisionista e internacional independiente. La ruptura que se manifiesta en las calles es real. Recuerda mucho al proceso de transición del Estado español, marcado en todo momento por el Ejército, el franquismo omnipresente y las fuerzas «democráticas» de la de- recha, que utilizando el espantajo del miedo al Ejército, conformaron un Estado centralista y de derechas.

Los Hermanos Musulmanes juegan a fondo con la baza de una mayoría electoral. Tal mayoría tiene sus explicaciones, en realidad tiene mucho de trampa. De entrada, el islamismo de los Hermanos Musulmanes ha sido una de las bases importantes de Mubarak. Han sido perseguidos, pero al mismo tiempo muy tolerados, con importantes posibilidades de organización y con presencia en las instituciones. Ya desde entonces, gracias a los fondos constantes y abundantes de los primos ricos del Golfo (Qatar, Arabia Saudita...), han podido practicar ampliamente el asistencialismo «caritativo» entre las masas (escue- las, asistencia médica, ayudas...) y apoyar la economía informal de subsistencia -el 60% de la economía egipcia- con ayudas, préstamos... con lo que han penetrado profundamente en la sociedad y fomentado un extenso clientelismo y dependencia política de la gente. Cosa que ha continuado y continúa tras la caída de Mubarak y que es uno de sus principales puntales de incidencia social. Y no sólo eso, sino que, tanto los votos logrados en el Parlamento como en las presidenciales, lo fueron en buena parte gracias a una distribución masiva de bienes (carne, aceite y azúcar) a los que votaron a los Hermanos Musulmanes, sin que por ello fueran detectados por los «observadores extranjeros».

Tuvieron mucha prisa en que se celebraran las elecciones y ahora tenían mucha prisa porque se celebrara el referéndum, sin tener en cuenta para nada las reclamaciones de las movilizaciones de los sectores de izquierda, liberales y laicos -únicamente cedió Mursi, a última hora, en eliminar el decreto de poder absoluto-. El objetivo es instalarse rápido en el poder y marginar a los críticos. Han propuesto una Constitución elaborada de prisa y corriendo, exclusivamente por islamistas -dado el abandono de los laicos- lo cual no les ha producido muchos ascos. Una constitución que da vía libre al mercado libre, a la explotación ca- pitalista, a la introducción masiva de capitales extranjeros, que otorga un estatus privilegiado al Ejército, se inspira básicamente en la Sharia con el añadido filtro de la referencia a la tradición islámica (Suna), y está impregnada por todos los lados de los valores tradicionales más reaccionarios, que siempre serán interpretados en sentido restrictivo y de una formulación abstracta de derechos, también interpretable de múltiples maneras. La Constitución ha sido aprobada con escasa participación y pequeña mayoría y con acusaciones de fraude. Pero la lucha continúa y el proceso no está cerrado.

La Hermandad Musulmana -que es parte del sistema del poder- no debe ser considerada simplemente como un «partido islámico», sino ante todo como un partido ultrareaccionario que es, además, islamista. Reaccionario no solo con respecto a lo que se conoce como «problemas sociales» (velo, sharia,) sino también, y en el mismo grado, reaccionaria en las áreas fundamentales de la vida económica y social: La Hermandad está en contra de las huelgas, las reivindicaciones, la sindicación independiente, etc. Así está negociando con el FMI un préstamo de cerca de 4000 millones de euros, con el parabién de EEUU, con lo que supondrá de nuevo de graves medidas antisociales y descontento, la UE le ha prometido 5.000 millones de euros para inversiones -negocio de multinacionales- y sigue recibiendo sumas fabulosas de las monarquías del Golfo para hacer «caridad» y mantener la clientela. Los acuerdos de Camp David seguirán siendo respetados, con los 1.300 millones de euros asociados y su papel de sumisión a Israel, asunción de sus desmanes, ocupaciones de tierras palestinas, repre- sión sobre Palestina y países árabes, y cierre a cal y canto de las fronteras de Palestina.

La historia de los Hermanos Musulmanes, desde los orígenes, salvo contados momentos, ha sido una historia reaccionaria de sumisión al imperialismo y a la CIA. Reconocieron el Estado de Israel, fueron ariete contra Nasser al que intentaron matar, participaron en la formación de los muyahidines mercenarios al servicio del imperialismo en Afganistán y a lo largo y ancho del mundo. Están siendo, los enterradores de la Primavera Arabe, sustitutos impulsados por el imperialismo de los antiguos dictadores a su servicio (en Túnez y pretenden serlo en Egipto), los «vendepatrias» que tratan de gestionar la Libia destrozada por el imperialismo, el apoyo del rey dictador de Marruecos, y la punta de lanza del intento de destrucción del núcleo de rechazo antiimperialista de Siria, el Libano de Hezbollah e Irán. Mursi fue la voz del imperialismo, hizo el ridículo y se quedó solo, criticando a Siria en la Conferencia de los No Alineados -viaje a Arabia Saudita a por dinero de por medio-. La criminal guerra de Gaza, con la complicidad de EEUU, ha desenmascarado el colaboracionismo de Mursi. Este ha protagonizado aparentemente un cese el fuego-trampa, con la presencia de Qatar y Turquía..., donde se ha comprometido a seguir con el blo- queo a Gaza, a no agredir a Israel, a asumir el no pago de indemnizaciones por Israel, y se ha involucrado más en el bloque imperialista anti-Irán, Siria y Hez- bollah, tratando de implicar a Hamás, aislando así a Palestina de los únicos que le apoyan.

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