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Un estudio evidencia la relación entre el cáncer y las incineradoras

Hace diez meses 34 ayuntamientos guipuzcoanos mostraron su voluntad de implantar el puerta a puerta. El debate sobre el tratamiento de los residuos, que sigue abierto, coincide con un estudio que liga la proximidad de las personas que viven cerca de una incineradora con el riesgo de padecer algún tipo de cáncer.

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Las personas que residen cerca de incineradoras y plantas de tratamiento de residuos peligrosos tienen un mayor riesgo de padecer algún tipo de cáncer. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Instituto de Salud Carlos III de Madrid en un estudio que ha realizado al respecto y que ha sido recientemente publicado en la revista especializada «Environment International».

Los científicos han determinado que existen «riesgos significativos» a desarrollar tumores malignos en las poblaciones cercanas a este tipo de infraestructuras. Por ello, la asociación Ecologistas en Acción ha reclamado que se lleven a cabo inspecciones «exhaustivas» de las plantas de residuos que liberan sustancias tóxicas. Los miembros de esta organización denuncian la «inadecuada» gestión de residuos peligrosos que se está produciendo en el Estado español y que lleva a mayores probabilidades de padecer esta enfermedad «tanto para hombres, como para mujeres», asegura el estudio.

Entre los tumores que pueden producirse debido a la cercanía de incineradoras y plantas de tratamiento de residuos peligrosos se encuentran «el de estómago, el de pulmón, el de pleura, el de riñón y el de ovario», indican. Pero el estudio concreta aún más, al indicar que esta enfermedad puede desarrollarse con mayor probabilidad en las personas que viven a menos de cinco kilómetros de estos emplazamientos.

Emisión de carcinógenos

En cuanto a las incineradoras, estas se revelan como «potentes emisores de carcinógenos», subrayan los expertos. Algunos de ellos son «las dioxinas, el arsénico, el cromo, el benceno, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, el cadmio, el plomo, el tetracloroetileno, el hexaclorobenceno, el níquel y el naftaleno», explican.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores del Instituto de Salud Carlos III de Madrid han estudiado a 8.098 poblaciones del Estado español entre los años 1997 y 2006. Además, se han analizado 129 instalaciones, «entre ellas incineradoras, plantas de gestión de vehículos al final de su vida útil, de tratamiento físico-químico, de residuos oleaginosos, de reciclado de envases, de recuperación de disolventes usados o de baños ácidos agotados», concretan.

Según los datos recopilados en el estudio, todas estas infraestructuras analizadas «liberaron 525.428 toneladas de sustancias tóxicas al aire y 4.984 toneladas al agua», y esto sólo en 2007. Con estos datos sobre las mesa, Ecologistas en Acción ha subrayado la «incompatibilidad» de la incineración de residuos con la salvaguarda de la salud de la población. Para ellos, los carcinógenos probados «deben ser corregidos y minimizados».

Desde esta organización han demandado que los ministerios de Medio Ambiente y de Sanidad, conjuntamente con las comunidades autonómicas, sometan a estas instalaciones a una inspección en profundidad «para detectar las deficiencias en su funcionamiento». Además, han considerado necesario «trasladar toda la información a la ciudadanía e implementar las mejores prácticas disponibles para que la gestión de residuos deje de ser una amenaza».

Mientras tanto, el debate sobre el sistema a implantar para la gestión de los residuos sigue abierto en el territorio guipuzcoano. En febrero del pasado año Bildu reveló que 34 municipios aprobarían en Pleno esta decisión. Su implantación estaba prevista que se hiciera realidad a comienzos de este 2013.

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