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Arantza Santesteban Historialaria

2013, «Is there alternative?»

Es momento para coordinar la acción de los movimientos alternativos y de las personas afectadas, y no tanto de generar estructuras organizativas encerradas en sí mismas

En 2012, en el supuesto año del apocalipsis, el mundo no ha saltado por los aires. Así pues, 2013 me atrapa en sus primeros días escribiendo palabras, intentando aplicarles un mínimo de lógica, ritmo o sentido y deseando que en este año que comienza podamos seguir construyendo desde todos los espacios fuerza y energía suficiente para afrontar lo que viene.

Hace unos días el Subcomandante Marcos reinterpretaba la teoría apocalípica diciendo que el calendario maya no preveía el final físico del mundo sino que, más bien, pronosticaba un nuevo ciclo, un cambio de era. Comienza pues 2013, donde -previsiblemente- no habrá elecciones, es decir, un año donde los partidos gobernantes podrán aprovechar para abonar el terreno y sembrar sus planes. Un cambio de era, sin duda, marcado por un nuevo ciclo de acumulación capitalista que ya no necesitará de una clase media europea que consuma sus bienes y servicios. Se abre un estadio histórico en el que el centro del sistema-mundo se desplazará hacia el continente asiático, transformando de raíz las relaciones económicas y de poder tanto a nivel internacional como a nivel social. Con ello, la progresiva periferización de Europa multiplicará escenarios como los que se están viviendo en Grecia.

El 1 de enero los informativos aprovechaban la resaca colectiva para anunciar el comienzo de una serie de medidas que incidirán en este empobrecimiento generalizado. Medidas estas que apuntan al desamparo social provocado por la desaparición del estado de bienestar y del modelo de producción hasta ahora conocidos. Otro estudio en la prensa vaticinaba que para 2030 el 50% de la población vivirá por debajo del umbral de la pobreza. Esta es la tendencia de la nueva era: empobrezer y excluir a cada vez capas más amplias de la sociedad.

Ante este panorama se abren nuevas lineas de fuga sobre las que pensar y actuar. Sabemos que en cada periodo histórico el perfil de los actores principales sufre variciones que reformulan el papel asignado. Y es por ello que vamos aprendiendo que cada gran periodo histórico engendra nuevas formas de entender y practicar la lucha antagonista; que a cada reformulación del poder ha existido también una reformulación de las fuerzas que se le enfrentan. Es por ello que comienzo el año interrogándome sobre nuestro papel en este nuevo escenario. ¿Debemos aspirar a considerar como sujeto de lucha a ese 50% de la población? Algo me dice que la respuesta es afirmativa. Aun así, creo que el concepto de vanguardia política que lidere la masa y la dirija ha de ser repensado. Es momento para coordinar la acción de los movimientos alternativos y de las personas afectadas, y no tanto de generar estructuras organizativas encerradas en sí mismas.

Contamos con más recursos que nunca para organizar la alternativa a este sistema. Contamos con medios tecnológicos y muchas personas preparadas. Coordinar todos estos elementos e integrar nuevas perspectivas y formas de lucha podría ser el principio de una deserción organizada que inaugure esta nueva era.

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