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CRíTICA: «El hombre de las sombras»

¿Quién puede secuestrar a un niño?

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Mikel INSAUSTI

Pascal Laugier es la prueba viviente de que la mayor parte del terror actual carece de verdadero contenido. El impacto causado por las perturbadoras imágenes de su anterior «Martyrs» cegaba al espectador, sin tiempo para reflexionar o darse cuenta de que detrás del horror visual y la pornotortura subyacía el más pueril y elemental de los mensajes. Como en «The Tall Men» no hay ya un envoltorio tan violento y aterrador, la pobreza de la alegoría argumental queda al descubierto de forma sonrojante.

Se han establecido comparaciones entre el cine de Shyamalan y la nueva realización de Laugier, porque el francés también juega al despiste como el de origen indio lo hacía en «El bosque», para revelar en el tramo final una metáfora sorprendente. Que un desenlace resulte inesperado no quiere decir necesariamente que tenga sentido, o que posea capacidad de convicción. Laugier resuelve su intriga con un descubrimiento que se pretende inquietante para el futuro de la humanidad, y por eso mismo resulta ridículo, puesto que se trata de una solemne tontería digna de una mente infantil o de la de un inconsciente.

Odio tener que referirme una vez más a «Holy Lola», la película que menos me gusta de Bertrand Tavernier, pero da la casualidad de que Laugier escribió su guión hace siete u ocho años, que es cuando se estrenó aquella película que justificaba la adopción de niños y niñas asiáticos por familias pudientes europeas. La ya de por si discutible premisa es llevada en «The Tall Man» hasta extremos de puro fascismo, aunque suponerle una intención ideológica a tan incoherente cineasta es sobreestimarle. La provocación, si es que alguien quiere verla, pasa por hacer una lectura enloquecida de organizaciones ya existentes dedicadas al rescate de la infancia en las zonas deprimidas del planeta. La paraONG secreta que aquí se describe vendría a ser la versión radicalizada de UNICEF o Save the Children. Los piadosos secuestros de los desvalidos menores tienen lugar en un ruinoso pueblo minero.

 

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