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BOBADAS ALPINAS | Kike de Pablo, alpinista

La vida misma

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Leo que los alpinistas parecen ser muy longevos, y citan en internet la edad de fallecimiento de muchos de ellos, así: Guido Magnone 95 años,  Frison-Roche 93, Pierre Allain 96, Anderl Heckmair 99, Ardito Desio 104, Brad Washburn 97, Charlie Houston 96, Ricardo Cassin 100, Leni Riefenstahl 102, Maurice Herzog 93, etc. Claro que no resulta una actividad recomendable para aquellos en los que la longevidad esté entre la mayor de sus preocupaciones, teniendo en cuenta que un número nada despreciable de ellos desaparece prematuramente de este mundo de forma, digamos, bastante contundente, por lo que la media de edad en la actividad, en caso de hacerse, sería tirando a baja. Y hablemos de nuevo de Herzog, ese potente mito en el imaginario nacional francés. Según Kairn, la hermana del alpinista y periodista Cornau, asegura que a casa de su hermano acudió Louis Lachenal, profundamente herido por la actitud prepotente de su compañero de cima en el Annapurna, para entregarle sus “carnets du vertige”, su otra verdad sobre la montaña. Al parecer Maurice Herzog, enterado del asunto, acudió despues de la muerte de Louis, junto con su hermano Gérard, exigiendo el escrito, el cual obtuvo. Según la hermana de Cornau la no entrega del documento hubiera supuesto que Herzog no asumiera el mantenimiento financiero de la mujer e hijos de Lachenal, en situación harto precaria pues ¡ay! los beneficios de la gran gesta francesa resultaron no ser iguales para todos sus héroes. Como la vida misma.

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