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Belén MARTÍNEZ Analista social

U12 Bilbora

 

Apesar de que EAJ-PNV aboga por la desaparición paulatina de «la excepcionalidad de leyes y actuaciones que se fraguaron cuando había terrorismo, en el momento en que ha dejado de existir y la excepcionalidad ha desaparecido», la formación nacionalista anuncia que «no estará como tal» en la manifestación convocada por Herrira bajo el lema «Derechos Humanos, Solución. Paz. Euskal presoak Euskal Herrira».

Admitir la existencia de una cultura de excepcionalidad es un buen punto de partida, ya que la excepcionalidad significa adopción y mantenimiento de medidas liberticidas, como la censura, los cierres de medios de comunicación, las proscripciones de partidos y colectivos sociales y/o culturales, la construcción de cárceles de máxima seguridad, la dispersión o la tortura. Bajo el paraguas de esa excepcionalidad, un número considerable de personas y organizaciones fueron declaradas enemigas comunes (communis hostis omnium). Ya es hora de destapar la caja negra de la excepcionalidad.

Cuando hablamos de derechos humanos y resolución del conflicto, debemos abordar cuestiones como el modelo penal postfordista, el control social, las políticas de arraigo y visibilidad pública o la reconciliación. Me parece legítimo que el PNV defienda «sus propias vías». Sin embargo, considero que, al no acudir a la manifestación «como tal», da muestras de cierto estrabismo político, puesto que su base social se identifica con el lema escogido para la movilización.

No sé si la prisión es ese lugar «donde te prometes el derecho a vivir», como dice Kerouac en «On the Road». Mi única certeza es que las y los presos vascos deben estar en Euskal Herria.