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Admite que «la realidad es diferente» a la que esperaba cuando fichó

Aduriz, al pan pan y al vino vino

El delantero, siempre sincero y crítico, reconoce que le «da vergüenza» decir que el equipo tiene capacidad para alcanzar el nivel de la campaña anterior, aunque lo crea, y asume que «las palabras se quedan ahí, lo que hay que hacer es demostrarlo en el campo».

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Joseba VIVANCO

En el vestuario rojiblanco, como en cualquier vestuario, hay voces y voces. Por ejemplo, Fernando Amorebieta seguramente se presentó a regañadientes ante la prensa tras el naufragio del sábado en Levante y abrió la boca para decir obviedades y callar sobre lo suyo. Pero hay otras que se distinguen por hablar alto y claro y por ir más allá de los simples tópicos. El capitán Gurpegi no esquiva las preguntas incómodas, Herrera se ayuda de su verbo fácil para dar sabrosos titulares que luego pocas veces el equipo traslada al césped y los hay como Aduriz que no se muerden la lengua y dejan recados a los buenos entendedores.

Ayer le tocó salir a lidiar con la prensa al donostiarra, maniobra que huele a recurso para atemperar al menos por un día las críticas que el equipo recibe, toda vez que el delantero es de los pocos -y en demasiadas veces el único- que está manteniendo el tipo esta turbulenta temporada. Protagonista indiscutible con sus goles -la mitad del Athletic en lo que va de Liga-, el curtido jugador no se muerde la lengua al hablar de lo que le pasa al equipo, máxime cuando es evidente -«da rabia, porque venía con una ilusión de la leche a disfrutar», confesaba en una entrevista a GARA en noviembre pasado- que como se soltó tras la dolorosa derrota en Mestalla, Aduriz, hoy por hoy, está «jodido».

Fue preguntado ayer sobre ello, sobre las ilusiones con las que fichó en verano por el Athletic y contestó sincero que sí, que «por supuesto que esperaba otra cosa». El guipuzcoano reconoció que «vienes a un equipo y las esperanzas son de mejorar. Yo veía al Athletic y me fascinaba verles, hacían un fútbol maravilloso y tenía la esperanza de que eso seguiría siendo así. Pero la realidad es diferente y hay que asumirla como tal».

¿Qué estará pasando por la cabeza del goleador que ya ni sus goles sirven para coger aire? Ni siquiera él tiene respuesta para lo que está pasando o lo que pasó ante el Levante. «Nos preguntamos porqué suceden estas cosas y la mayoría de las veces encuentras pocas respuestas. Tenemos que hablar de muchas cosas dentro del equipo. A mí me gustaría venir aquí y dar una explicación buena, pero las palabras ahí se quedan y lo que hay que hacer es demostrar las cosas en el campo».

Aduriz sigue llamando al pan pan y al vino vino. Como cuando tras la sonrojante eliminación copera ante el Eibar declaró sin tapujos que «ahora nos toca tragarnos la mierda que nos hemos ganado» o que «ahora mismo no somos quién para mandar mensajes. Tenemos que hacer, no decir», ayer, en Lezama, el delantero aseguró estar convencido de que el equipo puede llegar a dar un nivel parecido a la temporada pasada, pero a renglón seguido añadió: «Pero esto no vale que lo diga yo aquí... De hecho, me da hasta vergüenza decirlo, porque lo que hay que hacer es hacerlo. Y de momento no lo hemos demostrado». Y si quedaba alguna duda, lo zanjó con un elocuente «de poco sirve hablar».

El gol, «cuestión de rachas»

Sinceridad la del delantero rojiblanco, que prefirió traicionar cuando se le cuestionó sobre la falta de gol del resto de compañeros del equipo. Aduriz dijo no tener dudas de «la capacidad goleadora de los arriba» y estar convencido de que «es cuestión de rachas» que marquen. «Tenemos muchísimos jugadores que son muy capaces de meter muchos goles», respondió con una frase con poca base.

La realidad es que ni Herrera, ni De Marcos, con cuentagotas Ibai Gómez, solo la campaña pasada Susaeta y mucho menos un Muniain que ha perdido la cuenta de cuándo fue su última diana, tienen el gol entre ceja y ceja. La temporada anterior los tantos se repartieron, es verdad, pero fue Llorente el que asumió el mayor peso, como ahora lo hace Aduriz. Pero poco más se puede esperar del resto.

Goles que no animan al donostiarra, porque «mi situación es la del equipo y si el equipo no está bien, todo lo demás carece de valor». Ante el Rayo, el viernes, «no es una final, pero sí un partido definitivo», lo catalogó. Solo queda esperar que Aritz marque y que, sí, sea para ganar.

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