Ya han pasado unos días, pero todavía me dura el trauma psicosomático. Me veo a mí mismo siendo un monicaco cogiendo musgo en El Regato (Barakaldo) para preparar el «nacimiento» y va el papa Benedicto XVI y sale con que no había ni mula ni buey en el portal de Belén. Eso dice en su libro «La infancia de Jesús». Y añade este teólogo -o sea,un especialista en la Nada- que la estrella que guió a los Reyes Magos era, con toda probabilidad, una supernova, qué fuerte. Ítem más: los Reyes (caldeos) no vendrían de Oriente, sino de Tartessos, Onuba, del Recreativo de Huelva, una audacia del infalible -es papa- Ratzinger Z. ¿Para esto he estudiado yo en los mejores colegios de pago y de curas? ¿Para que venga una púrpura que se viste por la cabeza y me desnorte el oremus? Siempre dije que las grandes causas se pierden por culpa del enemigo interior, de la quinta columna agazapada que trabaja para el enemigo exterior. Y ello no importa en qué orden o índole de la vida.

Encima, aunque en el portal no había animales, nos tranquiliza, a cambio, mercantilmente, indulgentemente, függerianamente, garantizando la veracidad del meollo del asunto: el nacimiento de Jesús no es un mito, sino una realidad. Este Vicario de Cristo sostiene, además, que el nacimiento de Jesús (Issa, para los musulmanes) pudo acontecer bajo la conjunción de Júpiter, Saturno y Marte, esto es, seis o siete años antes de lo establecido hasta ahora. No sabe nada este astrónomo pagano, más listo que el hambre. Menos mal que lo alivia un pelín afirmando que ni la virginidad de María ni la resurrección de Cristo son irracionales (de la Santísima Trinidad que llevó al antitrinitario Servet a la hoguera no dice ni pío): «si Dios no tiene poder sobre la materia, entonces no es Dios», apostilla. En 1896, León XIII se convirtió en el primer papa en ser filmado. Pío XI hizo historia en 1931 al transmitir un mensaje por radio y el filonazi Pío XII en 1949 apareció por televisión. Y ayer, Benedicto XVI en Twitter: un cachondo, un moderno.

Desalentado, desmarrido, me voy al calendario maya que anuncia que el 21 de diciembre del pasado 2012 se cerraría un ciclo de ese calendario mayista y empezaría otro nuevo, otro acuario, pero suena apocalíptico: oh, my God, it's coming here! Los mayas, una civilización agroganadera, desarrollada, creían realmente en eso. Igual que los campesinos de hoy disimulan creer en Dios mientras miran al cielo a ver si llueve y rezan porque el Sol -auténtico Dios para ellos y no tanto para Hume- salga por oriente y se ponga por poniente... como siempre, como Dios manda, ¿no es cierto?

Acabaré diciendo que los mayas son célebres, también, por haber creado un sistema de escritura logosilábico completo. Pues bien, fue el soviético Y. V. Knorozov quien primero descifrara los logogramas mayas, un enigma hasta entonces desde que los colonizadores españoles los calificaran como «jeroglíficos». La guerra fría lo ninguneó. Murió en 1999 en Rusia -la Rusia «democrática»- de mala manera de una neumonía mal tratada quien entrara en Berlín como soldado del Ejército Rojo.