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Al-Assad se siente militarmente fuerte y rechaza cualquier concesión política

Sarah BENHAIDA | BEIRUT

Al lanzar una oferta de transición que ha sido rechazada incluso por la oposición tolerada del Comité de Coordinación para el Cambio Nacional y Democrático, el presidente sirio, Bashar al-Assad, se siente todavía militarmente fuerte tras 21 años de conflicto como para no plantearse hacer cesiones.

«Es un momento apropiado para sostener la moral de sus partidarios porque su Ejército ha encadenado recientemente varias victorias y él sigue ahí», desafiando los pronósticos que llevan meses anunciando su caída, señala Fabrice Balanche, experto en Siria y director del Grupo de Investigación y Estudio sobre el Mediterráneo y Oriente Medio (GREMMO).

Thomas Pierret, de la Universidad de Edimburgo, coincide en que al-Assad mantenía silencio «desde los graves reveses de los últimos meses. Ahora la situación parece haberse estabilizado. El régimen no ganará la guerra pero sabe que será en todo caso larga. Eso supone un balón de oxígeno para un régimen condenado a medio plazo, lo que explica la terquedad de su discurso», explica el autor de «Baath y el islam en Siria».

En el fondo, al-Assad, cuya última alocución data de hace siete meses, «no ha cambiado de lógica y su retórica sigue siendo la misma», coincide Karim Bitar, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

Estos analistas coinciden en destacar que la comunidad internacional es la destinataria del mensaje. Al-Assad sabe que EEUU y Rusia están negociando y espera que el diálogo le dé un respiro hasta que acabe su mandato en 2014. Para entonces espera que la revuelta se haya desinflado», señala. De ahí su «no» a la propuesta de la ONU.

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